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La Historia Interminable
#1

Estaba el otro día dándole vueltas a la cabeza a un momento concreto del ciclo del héroe y me vinieron a la mente algunos fragmentos de ese libro que no recordaba demasiado bien. A punto de descartarlas, me acordé de unos comentarios que una conocida había escrito en su blog, consulté la wikipedia - que para eso está- , y me acabé de convencer de salir a por él.

La novela, cuya clasificación en un género ha traído de cabeza a más de uno, fue escrita por Michael Ende en 1979, y permite varios niveles de lectura: desde la más simple, como historia de aventuras, hasta el de aquellos que ven en ella una metáfora elaboradísima acerca de la creación literaria - como el que escribió el artículo en la wiki, tan plagadito de spoilers que casi no hace falta leer el libro XD-.

Yo no doy para tanto y, dada la naturaleza de la obra, es muy difícil encuadrarla en el tema del ciclo del héroe, porque sencillamente se desborda... pero lo que sí encuentro son pasajes interesantes que pensé en reunir por aquí. Así que los iré poniendo en Off Topic.


El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)
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#2

I. Parte.

Bastian se lleva el libro de la librería, se esconde en el desván y empieza a leer. En el libro se cuenta cómo el reino de Fantasía, está siendo devorado por la Nada, al mismo tiempo que la Emperatriz Infantil enferma. Se manda a buscar a Atreyu y confiarle tanto el Auryn (un amuleto) como la misión de encontrar el origen de la enfermedad y su remedio.

http://es.wikipedia.org/wiki/La_historia_i...)#Primera_parte

Sé que esto puede interpretarse de maneras raras, para adelantarme a eso, la misión consiste en una búsqueda hacia nadie sabe dónde, y por motivos que se descubren más adelante es el punto en el que una vez se ha aceptado, voluntariamente, uno debe restringirse a cumplir con lo que se le ha pedido y no hacer otra cosa que crea mejor

(...) Cumplir esa misión hubiera sido probablemente algo imposible para los héroes más grandes y aguerridos, pero para ti ... Ella te envía a lo desconocido a buscar algo que nadie conoce. Nadie puede ayudarte, nadie puede darte consejos y nadie puede predecir lo que te aguarda. Y, sin embargo, tienes que decidir enseguida, ahora mismo, sobre la marcha, si aceptas o no esa misión. No hay momento que perder. (...)
Escucha, Atreyu, no necesitas aceptar ese encargo. La Emperatriz Infantil lo deja a tu elección. No te lo ordena. Yo se lo explicaré y ella encontrará a otro. No debía de saber que eres un muchacho. Se habrá confundido con otro; ésa es la única explicación.

Que, ÁURYN te dé el gran poder -dijo solemnemente-, pero no lo utilices. (...) te protegerá y guiará, pero tú no deberás intervenir, porqué tu propia opinión no cuenta a partir de ahora. Por eso debes ir sin armas. Debes dejar que ocurra lo que tenga que ocurrir. Todo debe ser igual para ti: mal y bien, belleza y fealdad, necedad y sabiduría..., lo mismo que es igual para la Emperatriz Infantil. Sólo debes buscar y preguntar, pero nunca juzgar por ti mismo. ¡No lo olvides jamás, Atreyu!


El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)
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#3

La escena más triste del libro, la que habla de los que se dan por vencidos y quedan en el camino. O de los momentos en los que no puedes hacer nada por aquellos a los que aprecias.

Espoleó a Ártax y el caballito obedeció. Paso a paso, iba comprobando la firmeza del suelo y, de ese modo, avanzaban lentamente. Finalmente, Atreyu desmontó y llevó a Ártax de las riendas. El caballo se hundió unas cuantas veces pero consiguió siempre salir. No obstante, cuanto más profundamente se adentraban en el Pantano de la Tristeza, tanto más torpes se hacían sus movimientos. Dejaba colgar la cabeza y se limitaba a arrastrarse hacia adelante.

-Artax -dijo Atreyu-: ¿qué te pasa?

-No lo sé, señor -respondió el animal-, creo que deberíamos volver. No tiene ningún sentido. Corremos tras algo que sólo has soñado. Pero no lo encontraremos. Quizá sea de todas formas demasiado tarde. Quizá haya muerto ya la Emperatriz Infantil y todo lo que hacemos sea absurdo. Vamos a volver, señor.

-Nunca me has hablado así, Ártax -dijo asombrado Atreyu-. ¿Qué te pasa? ¿Estás enfermo?

-Es posible -contestó Ártax-. A cada paso que damos, la tristeza de mi corazón aumenta. Ya no tengo esperanzas, señor. Y me siento cansado, tan cansado... Creo que no puedo más.

-¡Pero tenemos que seguir! -exclamó Atreyu-. ¡Vamos, Ártax!

Le tiró de las riendas, pero Ártax se quedó inmóvil. Se había hundido ya hasta el vientre. Y no hacía nada por librarse.

-¡Ártax! -gritó Atreyu-. ¡No puedes abandonar ahora! ¡Vamos! ¡Sal de ahí o te hundirás!

-¡Déjame,-señor! -respondió el caballito-. No puedo soportar más esta tristeza. Voy a morir.

Atreyu tiró desesperadamente de las riendas, pero el caballito se hundía cada vez más. Atreyu no podía hacer nada. Cuando, finalmente, sólo la cabeza del animal sobresalía ya del agua negra, Atreyu la cogió entre sus brazos.

-Yo te sostendré, Ártax -le dijo al oído-, no dejaré que te hundas.

El caballito relinchó una vez más suavemente.

-No puedes ayudarme, señor. Estoy acabado. Ninguno de los dos sabíamos lo que nos esperaba. Ahora sabemos por qué el Pantano de la Tristeza se llama así. La tristeza me ha hecho tan pesado que me hundo. No hay escapatoria.

-¡Pero si yo también estoy aquí -dijo Atreyu- y no me pasa nada!

-Llevas el Esplendor, señor -respondió Ártax-, y te protege.

-Entonces te colgaré el Signo -balbuceó Atreyu-. Quizá te proteja también.

Quiso ponerle la cadena alrededor del cuello.

-No -resopló el caballito-, no debes hacerlo, señor. El Pentáculo te lo han dado a ti, y no tienes derecho a dárselo a nadie aunque quieras. Tendrás que seguir buscando sin mí.

Atreyu apretó su cara contra la quijada del caballo.

-Ártax... -susurró estranguladamente-. ¡Mi Ártax!

-¿Quieres hacer algo por mí todavía, señor? -preguntó el animal.

Atreyu asintió en silencio.

-Entonces márchate, por favor. No me gustaría que me vieras cuando llegue el último momento. ¿Me harás ese favor?

El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)
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#4

Atreyu prosigue el viaje. Encuentra dos cosas, el monstruo Ygrámul y el dragón de la suerte atrapado en sus redes. Necesita un medio para desplazarse al Oráculo del Sur y pide el dragón, Ygrámul le responde que está demasiado lejor para llegar sobre el dragón, pero le propone otra opción.

-Además -siguió diciendo el rostro sin moverse-, el dragón tiene ya en el cuerpo el veneno de Ygrámul. Como mucho, le queda una horita de vida.

-Entonces no hay esperanza -murmuró Atreyu-; ni para él, ni para mí, ni tampoco pata vosotros, Ygrámul.

-Bueno -zumbó la voz-, al menos Ygrámul habrá comido bien otra vez. Pero no es nada seguro que se trate realmente de la última comida de Ygrámul. Él conoce un medio que te llevaría en un santiamén hasta el Oráculo del Sur. Que te guste o no, bípedo Atreyu, es otra cuestión.

-¿Qué quieres decir?

-Es el secreto de Ygrámul. Pero también las criaturas del abismo tienen sus secretos, bípedo Atreyu. Ygrámul no lo ha revelado nunca hasta ahora. Y también tú debes jurar que nunca lo revelarás. Porque le perjudicaría a Ygrámul, le perjudicaría mucho a Ygrámul que se supiera.

-Lo juro. ¡Habla!

El enorme rostro azul acerado se inclinó un poco hacia adelante y zumbó de una forma casi inaudible:

-Debes dejar que Ygrámul te muerda.

Atreyu retrocedió asustado.

-El veneno de Ygrámul -siguió diciendo la voz- mata en el plazo de una hora, pero da también a quien lo recibe la facultad de trasladarse al lugar de Fantasia que desee. ¡Piensa en lo que ocurriría si eso se supiera! ¡A Ygrámul se le escaparían todas sus víctimas!

-¿Una hora? -exclamó Atreyu-. Pero, ¿qué puedo hacer en una hora?

-Bueno... -susurró el enjambre-, en cualquier caso es más que todas las horas que aún te quedan aquí. ¡Decídete!

Atreyu luchaba consigo mismo.

-¿Dejaréis en libertad al dragón de la suerte si os lo pido en nombre de la Emperatriz Infantil? -preguntó por fin.

-No -respondió el rostro-, no tienes ningún derecho a pedirle eso a Ygrámul, aunque lleves a ÁURYN, el Esplendor. La Emperatriz Infantil permite que todos seamos como somos. Por eso también Ygrámul se inclina ante su signo. Y tú lo sabes muy bien.

Atreyu seguía teniendo la cabeza baja. Lo que Ygrámul decía era verdad. Así pues, no podía salvar al dragón de la suerte. Sus propios deseos no contaban.

Edito: El dragón es Fújur, y sí acaba salvándose y siendo la montura de Atreyu. A él le sobra lo que le faltó a Ártax.

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#5

cada fragmento que elegiste, sí que plantea cosas importantes sobre el cíclo del héroe

lux
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#6

Es una de las películas que he visto cientos de veces =P


Ernesto

Por el Honor, por el Deber, por la Humanidad y por la Ley.
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#7

Es habitual que las películas no estén a la altura de los libros, pero en este caso en concreto hay algunas cosas que no se podrían "traducir" a película de ningún modo; por otra parte, hasta donde recuerdo parece que más o menos lo que se adaptó fue la primera parte del libro.

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#8

Atreyu llega al Oráculo de Uylala, para llegar a la cuál debe cruzar las tres puertas.

-La primera se llama la Puerta del Gran Enigma. La segunda la Puerta del Espejo Mágico. Y la tercera la Puerta sin llave...

-Es extraño -le interrumpió Atreyu-. Por lo que pude ver, detrás de la puerta de piedra no había más que una llanura desnuda. ¿Dónde están las otras puertas?

- (...) Lo que pasa es que la segunda puerta aparece solamente cuando se ha atravesado la primera. Y la tercera sólo cuando se ha dejado atrás la segunda. Y Uyulala únicamente cuando se ha entrado por la tercera. Antes no hay nada de todo eso. Sencillamente, no están allí, ¿comprendes?

La Primera Puerta

(...) - La primera, la Puerta del Gran Enigma, es la que has visto con mi catalejo. Con las dos esfinges. Esa puerta está siempre abierta... como es lógico. No tiene batientes. Sin embargo, nadie puede pasar por ella, salvo si... -Énguivuck levantó en el aire un minúsculo dedo índice-, salvo si las esfinges cierran los ojos. La mirada de una esfinge es algo totalmente distinto de la mirada de cualquier otro ser. Nosotros y todos los demás seres percibimos algo con la mirada. Vemos el mundo. Pero una esfinge no ve nada; en cierto sentido, es ciega. En cambio, sus ojos transmiten algo. ¿Y qué transmiten sus ojos? Todos los enigmas del mundo. Por eso las dos esfinges se miran mutuamente. Porque la mirada de una esfinge sólo puede soportarla otra esfinge. ¡Y puedes figurarte lo que le ocurre a quien se atreve a interferir el intercambio de miradas entre las dos! Se queda petrificado en el sitio y no puede moverse hasta haber resuelto todos los enigmas del mundo. Bueno, encontrarás los restos de esos pobres diablos cuando llegues. (...)
La cuestión que hasta ahora nadie ha podido aclarar es: ¿por qué precisamente a unos sí y a otros no? No se trata, en modo alguno, de que dejen entrar a los sabios, los valientes y los buenos, y cierren el paso a los tontos, los cobardes y los malos. ¡Ni soñarlo! He visto con mis propios ojos, y más de una vez, cómo han dejado entrar precisamente a algún estúpido mentecato o un infame bribón, mientras las personas más decentes y sensatas esperaban a menudo inútilmente durante meses y tenían que volverse por último con las manos vacías. Tampoco el que alguien quiera ver al Oráculo por estar en un aprieto o sólo para distraerse parece desempeñar ningún papel.

(...)-Entonces, ¿qué me aconsejas? -quiso saber Atreyu.

-Debes hacer lo que tengas que hacer -respondió el gnomo-. Esperar a que ellas decidan... sin saber por qué.



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#9

La Segunda Puerta

Supongamos que has conseguido atravesarla. Entonces -y sólo entonces- aparecerá ante ti la segunda puerta. La Puerta del Espejo Mágico. (...) Esa puerta está tanto abierta como cerrada. ¿Parece un disparate, no? Quizá sería mejor decir que no está cerrada ni abierta. Aunque resulta igual de disparatado. En pocas palabras: se trata de un gran espejo o de algo así (...). En cualquier caso, cuando se está ante él, se ve uno a sí mismo... pero no como en un espejo corriente, desde luego. No se ve el exterior, sino el verdadero interior de uno, tal como en realidad es. Quien quiera atravesarlo tiene que -por decirlo así- penetrar en sí mismo.

-De todas formas -opinó Atreyu-, esa Puerta del Espejo Mágico me parece más fácil de atravesar que la primera.

-¡Error! -exclamó Énguivuck, empezando a andar otra vez excitado de un lado a otro-. ¡Craso error, amigo! He comprobado que precisamente los visitantes que se consideran especialmente intachables huyen gritando del monstruo que los mira irónicamente desde el espejo. A algunos tuvimos que tratarlos durante semanas antes de que estuvieran siquiera en condiciones de emprender el viaje de regreso.

(...) -Otros -siguió exponiendo- no habían visto al parecer nada más horrible, pero tuvieron el valor de pasar sin embargo. Para otros fue menos espantoso, pero todos tuvieron que vencerse a sí mismos. No se puede decir nada que valga para todos los casos. Para cada uno es diferente.


Tercera Puerta


La Puerta sin Llave, efectivamente, está cerrada. Simplemente cerrada. ¡Y eso es todo! No tiene picaporte, ni pomo, ni ojo de cerradura, ¡nada! Mi teoría es que la única hoja de esa puerta, que cierra sin junturas, está hecha de selén fantásico. Seguramente sabes que no hay nada que pueda destruir, doblar o disolver el selén de Fantasia. Es absolutamente indestructible.

-Entonces, ¿no se puede entrar por esa puerta?

-¡Poco a poco, muchacho! Ha habido personas que han entrado y han hablado con Uyulala, ¿no? Por lo tanto, se puede abrir la puerta.

-Pero ¿cómo?

-Escucha: el selén de Fantasía reacciona a nuestra voluntad. Es precisamente nuestra voluntad la que lo hace tan resistente. Cuanto más se quiere entrar, tanto más se cierra la puerta. Pero cuando alguien logra olvidar sus intenciones y no querer nada... La puerta se abre sola ante él.

Atreyu bajó la mirada y dijo en voz baja:

-Si eso es verdad... ¿cómo podré entrar yo? ¿Cómo podría no quererlo?

Enguivuck asintió suspirando.

-Ya te lo dije: la Puerta sin llave es la más dificil.

-Y si a pesar de todo lo lograse -prosiguió Atreyu-, ¿llegaría al Oráculo del Sur?

-Sí -dijo el gnomo.

-¿Y podría hablar con Uyulala?

-Sí -dijo el gnomo.

-¿Y quién o qué es Uyulala?

-Ni idea -dijo el gnomo, y sus ojos centellearon furiosos-. Ninguno de los que estuvieron con ella me lo ha querido decir. ¿Cómo puede uno acabar su obra científica si todos se rodean de un silencio misterioso, eh? Es para tirarse de los pelos... si se tienen. Si llegas hasta ella, Atreyu, ¿me lo dirás por fin? ¿Lo harás? Me muero de ganas de saberlo y nadie, nadie quiere ayudarme. Por favor, ¡prométeme que tú me lo dirás!

Atreyu se puso en pie y miró a la Puerta del Gran Enigma, que se alzaba a la clara luz de la luna.

-No puedo prometértelo, Énguivuck -dijo suavemente-, aunque me gustaría demostrarte mi agradecimiento. Pero si nadie te ha dicho quién o qué es Uyulala, debe de haber alguna razón para ello. Y antes de conocerla no puedo decidir si debe saberlo alguien que no haya estado allí personalmente.



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#10

Atreyu se pierde y pierde el amuleto, y acaba en un lugar bastante tenebroso.
Nota interesante sobre el Auryn.

Por primera vez sintió claramente cuánto necesitaba el amuleto de la Emperatriz Infantil y qué desvalido estaba sin él. No era realmente por la protección que le había dado -todos los esfuerzos y privaciones, todos los miedos y soledades había tenido que soportarlos con sus propias fuerzas-, pero, mientras había llevado el Signo, nunca se había sentido inseguro sobre lo que tenía que hacer. Como una brújula misteriosa, el Signo había dirigido su voluntad y sus decisiones en la dirección adecuada. Ahora en cambio era distinto: ya no había ninguna fuerza secreta que lo guiara.

Sólo para no quedarse paralizado, se obligó a sí mismo a seguir a la comitiva de espectros, cuyo sordo tamborileo podía oírse aún en la lejanía.

Y entonces vio Atreyu lo que miraban en una especie de éxtasis horrible: al otro lado del campo estaba la Nada. (...)llenaba el paisaje entero, era gigantesca y se acercaba lenta, muy lentamente, pero sin pausa.

Atreyu vio que las figuras espectrales del campo que había ante él comenzaban a estremecerse, retorcían sus miembros, como acometidas por calambres, y tenían la boca
abierta, como si quisieran gritar o reír, aunque reinaba un silencio de muerte. Y entonces -como si fueran hojas secas arrastradas por un golpe de viento- todas se precipitaron al mismo tiempo hacia la Nada y cayeron, se desplomaron o saltaron dentro de ella.

Apenas había desaparecido el último de aquel tropel espectral, en silencio y sin dejar rastro, Atreyu vio con espanto que también su cuerpo comenzaba a moverse, con pequeñas sacudidas, hacia la Nada. Un deseo irresistible de precipitarse igualmente en ella quiso apoderarse de él. Atreyu puso en juego toda su fuerza de voluntad y resistió. Se forzó a permanecer inmóvil. Lenta, muy lentamente, consiguió volverse y abrirse camino hacia adelante, paso a paso, como si luchara contra una poderosa corriente invisible. La resaca se hizo más débil y Atreyu corrió, corrió tan deprisa como pudo sobre el irregular empedrado del camino. Se resbaló, cayó, se levantó otra vez y siguió corriendo, sin pensar a dónde lo llevaría aquel camino entre la niebla.



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