01-29-2008, 03:58 PM
( Nota: Ninguna relación con el libro de J. Bucay que lleva el mismo título)
Fuente: http://www.lectivo.com.ar/expresion/cuen...ro001.html
Un lugar en el bosque, de Armando Quintero
1. Lobo Abuelo cuenta cuentos
Lobo Abuelo cuenta cuentos.
Cambia el cuerpo, las patas, los aullidos...
¡Cuánto cambia y cómo cambia en cada cuento!
Todos lo ven hacerse grande y gordo como un oso que roza su cabeza
con las nubes. Todos lo ven hacerse pequeño e inquieto como una
pulga que vive en un bosque de árboles pequeños, de hojas y raíces
pequeñas.
Lobo Abuelo cuenta cuentos y hace que todos viajen al bosque donde
cualquier cosa es posible, hasta los gritos del silencio.
2. Oír el silencio
Todos los momentos del día son hermosos. El amanecer, el mediodía,
la tarde... dijo Lobo Abuelo.
¿Y la noche? preguntó Loba Pequeña.
La noche también. Y no sólo por la luna y las estrellas. Hay un
momento en que el río se queda mudo. Parece que el agua está quieta,
como si no quisiera ir a ninguna parte. Ese silencio es tan hermoso
como las voces del bosque.
Tiene que ser hermoso oír el silencio dijo Lobo Pequeño.
3. Muchachita del Bosque
Escucha dijo Lobo Grande a Lobo Pequeño. Y atiende bien. Si por
ese sendero pasa una niña con una cesta y una caperuza de este
color le mostró unas guindas, ni le hables: ¡Es un ser muy
peligroso! Esa muchachita tuvo mucho que ver con el triste final de
tu tatarabuelo.
4. Por las nubes
En un claro del bosque, Loba Grande había descubierto a Lobo Pequeño
boca arriba, con los ojos en el cielo.
¿Qué haces?
¡Mirar las nubes! Las hay blancas, negras, azules, violetas...
Nubes con forma de lobo, de oso, de monstruo, de pájaro.... Según
sople el viento, se quedan paradas o corren veloces. A veces juegan
a esconderse entre ellas.
Lobo Pequeño hizo un largo silencio, y concluyó:
Quien dice que "no hay nada nuevo bajo el sol" es porque nunca mira
al cielo.
5. Regalos
A Lobo Pequeño le gusta intercambiar sus juguetes. Loba Pequeña
regala cosas suyas e inventa historias.
¿Dónde está la caja de las piedras que recogimos del río?
Se la regalé a Osa Gris.
¿Y el frasco de gotas de rocío?
Lo tiene Ardilla Negra. Se lo cambié por su libro de pétalos.
¿Qué haces con ese caballito de corazón de mazorca, con plumas de
paloma y la punta de un lápiz en la frente.
Loba Pequeña miró sorprendida:
No es un caballito, es el Unicornio Azul. Con su cuerno de oro va
en busca de paz para el bosque.
6. Cae la noche
Lobo Abuelo y Lobo Pequeño paseaban por el bosque cuando cayó la
noche.
¡Qué poca luz! ¡Nos vamos a perder! dijo Lobo Pequeño.
No tengas miedo lo calmó Lobo Abuelo. Nos guiaremos por las
estrellas.
Camino de la guarida, Lobo Abuelo le fue mostrando el cielo:
contemplaron el planeta Marte y el luminoso Venus, cómo titilan las
estrellas y los planetas no, y le enseñó a reconocer algunas
constelaciones... Lobo Pequeño estaba asombrado.
Cuando llegaron, Lobo Abuelo le dijo:
Una noche te mostraré a Loba Mayor y Loba Menor; son constelaciones
que sólo los lobos viejos conocemos.
7. Luz de luna
¡Aullad, aullad siempre! decía Loba Abuela a sus lobeznos. No es
que la luna sea terca, es que es viejecita; por eso anda tan
despacio y tarda en mostrar su cara oscura, y en dejarnos dormir.
Pero lo consigue. Claro que con los años que tiene, anda
desmemoriada, y cada poco tiempo vuelve a mostrarse con toda su luz.
8. Ternura
Acababa de nacer una nueva camada y todo el bosque estaba de fiesta.
La manada completa visitaba a Loba Grande y sus hijos recién nacidos.
Lobo Pequeño y Loba Pequeña, los más consentidos de la camada
anterior, se mantenían a un lado, silenciosos.
Loba Grande, que los observaba desde hacía rato, les hizo una seña
para que se acercasen.
Ambos se pegaron a su cuerpo, uno a cada lado. Entonces Loba Grande
les dijo:
- Ningún lobo en la manada los ha olvidado. Hay tanto que
agradecerle a la vida cuando nacen otros lobos que para todos parece
lo más importante. ¡Eso mismo sucedió cuando nacieron ustedes!
9. Barquitos de papel
Lobo Grande y Lobo Pequeño hicieron barquitos de papel para que se
deslizaran río abajo. Desde la ribera seguían sus recorridos, sus
escalas entre las piedras, sus giros y zozobras por las aguas.
Si se perdían o no, poco importaba.
Loba Grande entró en la guarida refunfuñando.
- ¡Qué manera de perder el tiempo!
Lobo Abuelo le dijo:
- No digas eso. Ya sabes que no son los barcos de papel sino Lobo
Pequeño y Lobo Grande los que viajan.
10. Boca de Lobo
Lobo Grande se había dormido.
En pleno sueño, abrió mucho la boca. Y quedó así un rato.
Lobo Chiquitito se acercó, como si estuviese calculando.
- ¿Qué haces ahí? le preguntó Loba Pequeña.
- Miraba. Para estar seguro de que la noche no es tan oscura como la
boca de un lobo.
11. Temor de lobito
El sol brillaba en un cielo despejado. Loba Abuela entró en la
guarida y preguntó:
- Lobo Chiquitico, ¿has visto cómo está la tarde? Hace muy buen día
para jugar en el bosque.
- Sí, ya lo sé.
- Entonces, ¿qué haces ahí como escondido?
- Como escondido, no. Escondido. ¿Piensas que voy a salir a jugar en
una tarde así? ¡Ni loco! ¡Seguro que el bosque está lleno de niños!
12. Lobo Abuelo y la música
Lobo Abuelo vive la música. Interpreta. Compone. Baila...
A los lobeznos les gusta escuchar sus rugidos de madera, sus
murmullos de viento y sus silencios de nube.
- Muchas veces, hasta parece el mismísimo bosque sonando dijo Lobo
Pequeño.
13. Primera salida
- Lobo Chiquitito, pídele permiso a mamá e iremos a dar un paseo
propuso Lobo Abuelo.
Salieron de la guarida y se adentraron en el bosque. Lobo Chiquitito
se acercaba cada vez más a Lobo Abuelo. Era su primera salida y
tenía miedo del tamaño gigantesco de los árboles.
- ¿No nos harán daño, Lobo Abuelo? -preguntó, casi pegado a él.
Lobo Abuelo le explicó que los árboles alargaban sus ramas para
sostener los nidos, que nos aliviaban del calor del sol y de la
lluvia. Le habló también de sus dulces frutos y de cómo el viento
esparcía el aroma de sus flores.
- ¡Qué buenos son! -exclamó Lobo Chiquitito-. ¡Suéltame! ¡Quiero
darles un abrazo y un beso!
14. Dueño de un universo
- Descubrí que puedo ser dueño de un universo -dijo Lobo Chiquitito
a Lobo Pequeño mientras caminaban por el bosque.
- ¿Eso es posible? -preguntó Lobo Pequeño.
- Cierra los ojos, aprieta fuerte los párpados con el dorso de las
patas delanteras y espera. Ya lo verás.
En efecto, en aquella oscuridad Lobo Pequeño podía ver estrellas
brillantes dentro de sus asombrados ojos.
- ¿Ves? Llevamos un universo dentro. Muchos no lo saben.
Y casi en secreto le confesó:
- Me lo acaba de enseñar Lobo Abuelo.
15. Por un amigo
- ¿Qué haces así? preguntó Lobo Abuelo a Lobo Pequeño.
Estaba pintado de blanco de punta a rabo y con la piel toda rizada.
Además, colgado al cuello con un lazo verde, llevaba un cencerro.
- Esta tarde quiero jugar en la pradera con mi mejor amigo. Pero su
padre no deja ni que me aproxime al rebaño. Dice que los lobos no
pueden jugar con los corderos.
_________________________________________________
Armando Quintero nació en 1944 en Olimar (Uruguay). Naturalizado venezolano. Es escritor, narrador, pintor e ilustrador. Ha publicado los libros: Los cuentos de la vaca azul (2000), Un lugar no bosque (Kalandraka, 2003) -traducido al gallego-, Un lugar en el bosque (Kalandraka, 2004). Tiene, además, Mitos y leyendas de Venezuela (Ediciones B, Bogotá) y De tiempos inmemoriales (Editorial La Casa Tomada, Caracas). Aparece en varias publicaciones colectivas como El cuento y los cuentacuentos. Diversas publicaciones digitales, tales como Letras-Uruguay, contienen información o textos de este
autor.
Fuente: http://www.lectivo.com.ar/expresion/cuen...ro001.html
Un lugar en el bosque, de Armando Quintero
(*)\"Un lugar en el bosque\"
En la llamada Literatura Infantil existen varios personajes muy maltratados, en particular, uno: el lobo. Este libro no pretende ser una reivindicación de los lobos, simplemente, los muestra como seres diferentes a como han sido presentados en las numerosas leyendas, fábulas, cuentos o historias que, desde tiempos inmemoriales, hemos inventado de ellos. Compuesto de treinta cuentos breves - casi pinceladas de situaciones y personajes - el libro es de lectura amena para niños, jóvenes o adultos. Y sus mensajes tocarán sensiblemente a cada lector por sus bien apuntadas notas de humor,
solidaridad y ternura. (...)
1. Lobo Abuelo cuenta cuentos
Lobo Abuelo cuenta cuentos.
Cambia el cuerpo, las patas, los aullidos...
¡Cuánto cambia y cómo cambia en cada cuento!
Todos lo ven hacerse grande y gordo como un oso que roza su cabeza
con las nubes. Todos lo ven hacerse pequeño e inquieto como una
pulga que vive en un bosque de árboles pequeños, de hojas y raíces
pequeñas.
Lobo Abuelo cuenta cuentos y hace que todos viajen al bosque donde
cualquier cosa es posible, hasta los gritos del silencio.
2. Oír el silencio
Todos los momentos del día son hermosos. El amanecer, el mediodía,
la tarde... dijo Lobo Abuelo.
¿Y la noche? preguntó Loba Pequeña.
La noche también. Y no sólo por la luna y las estrellas. Hay un
momento en que el río se queda mudo. Parece que el agua está quieta,
como si no quisiera ir a ninguna parte. Ese silencio es tan hermoso
como las voces del bosque.
Tiene que ser hermoso oír el silencio dijo Lobo Pequeño.
3. Muchachita del Bosque
Escucha dijo Lobo Grande a Lobo Pequeño. Y atiende bien. Si por
ese sendero pasa una niña con una cesta y una caperuza de este
color le mostró unas guindas, ni le hables: ¡Es un ser muy
peligroso! Esa muchachita tuvo mucho que ver con el triste final de
tu tatarabuelo.
4. Por las nubes
En un claro del bosque, Loba Grande había descubierto a Lobo Pequeño
boca arriba, con los ojos en el cielo.
¿Qué haces?
¡Mirar las nubes! Las hay blancas, negras, azules, violetas...
Nubes con forma de lobo, de oso, de monstruo, de pájaro.... Según
sople el viento, se quedan paradas o corren veloces. A veces juegan
a esconderse entre ellas.
Lobo Pequeño hizo un largo silencio, y concluyó:
Quien dice que "no hay nada nuevo bajo el sol" es porque nunca mira
al cielo.
5. Regalos
A Lobo Pequeño le gusta intercambiar sus juguetes. Loba Pequeña
regala cosas suyas e inventa historias.
¿Dónde está la caja de las piedras que recogimos del río?
Se la regalé a Osa Gris.
¿Y el frasco de gotas de rocío?
Lo tiene Ardilla Negra. Se lo cambié por su libro de pétalos.
¿Qué haces con ese caballito de corazón de mazorca, con plumas de
paloma y la punta de un lápiz en la frente.
Loba Pequeña miró sorprendida:
No es un caballito, es el Unicornio Azul. Con su cuerno de oro va
en busca de paz para el bosque.
6. Cae la noche
Lobo Abuelo y Lobo Pequeño paseaban por el bosque cuando cayó la
noche.
¡Qué poca luz! ¡Nos vamos a perder! dijo Lobo Pequeño.
No tengas miedo lo calmó Lobo Abuelo. Nos guiaremos por las
estrellas.
Camino de la guarida, Lobo Abuelo le fue mostrando el cielo:
contemplaron el planeta Marte y el luminoso Venus, cómo titilan las
estrellas y los planetas no, y le enseñó a reconocer algunas
constelaciones... Lobo Pequeño estaba asombrado.
Cuando llegaron, Lobo Abuelo le dijo:
Una noche te mostraré a Loba Mayor y Loba Menor; son constelaciones
que sólo los lobos viejos conocemos.
7. Luz de luna
¡Aullad, aullad siempre! decía Loba Abuela a sus lobeznos. No es
que la luna sea terca, es que es viejecita; por eso anda tan
despacio y tarda en mostrar su cara oscura, y en dejarnos dormir.
Pero lo consigue. Claro que con los años que tiene, anda
desmemoriada, y cada poco tiempo vuelve a mostrarse con toda su luz.
8. Ternura
Acababa de nacer una nueva camada y todo el bosque estaba de fiesta.
La manada completa visitaba a Loba Grande y sus hijos recién nacidos.
Lobo Pequeño y Loba Pequeña, los más consentidos de la camada
anterior, se mantenían a un lado, silenciosos.
Loba Grande, que los observaba desde hacía rato, les hizo una seña
para que se acercasen.
Ambos se pegaron a su cuerpo, uno a cada lado. Entonces Loba Grande
les dijo:
- Ningún lobo en la manada los ha olvidado. Hay tanto que
agradecerle a la vida cuando nacen otros lobos que para todos parece
lo más importante. ¡Eso mismo sucedió cuando nacieron ustedes!
9. Barquitos de papel
Lobo Grande y Lobo Pequeño hicieron barquitos de papel para que se
deslizaran río abajo. Desde la ribera seguían sus recorridos, sus
escalas entre las piedras, sus giros y zozobras por las aguas.
Si se perdían o no, poco importaba.
Loba Grande entró en la guarida refunfuñando.
- ¡Qué manera de perder el tiempo!
Lobo Abuelo le dijo:
- No digas eso. Ya sabes que no son los barcos de papel sino Lobo
Pequeño y Lobo Grande los que viajan.
10. Boca de Lobo
Lobo Grande se había dormido.
En pleno sueño, abrió mucho la boca. Y quedó así un rato.
Lobo Chiquitito se acercó, como si estuviese calculando.
- ¿Qué haces ahí? le preguntó Loba Pequeña.
- Miraba. Para estar seguro de que la noche no es tan oscura como la
boca de un lobo.
11. Temor de lobito
El sol brillaba en un cielo despejado. Loba Abuela entró en la
guarida y preguntó:
- Lobo Chiquitico, ¿has visto cómo está la tarde? Hace muy buen día
para jugar en el bosque.
- Sí, ya lo sé.
- Entonces, ¿qué haces ahí como escondido?
- Como escondido, no. Escondido. ¿Piensas que voy a salir a jugar en
una tarde así? ¡Ni loco! ¡Seguro que el bosque está lleno de niños!
12. Lobo Abuelo y la música
Lobo Abuelo vive la música. Interpreta. Compone. Baila...
A los lobeznos les gusta escuchar sus rugidos de madera, sus
murmullos de viento y sus silencios de nube.
- Muchas veces, hasta parece el mismísimo bosque sonando dijo Lobo
Pequeño.
13. Primera salida
- Lobo Chiquitito, pídele permiso a mamá e iremos a dar un paseo
propuso Lobo Abuelo.
Salieron de la guarida y se adentraron en el bosque. Lobo Chiquitito
se acercaba cada vez más a Lobo Abuelo. Era su primera salida y
tenía miedo del tamaño gigantesco de los árboles.
- ¿No nos harán daño, Lobo Abuelo? -preguntó, casi pegado a él.
Lobo Abuelo le explicó que los árboles alargaban sus ramas para
sostener los nidos, que nos aliviaban del calor del sol y de la
lluvia. Le habló también de sus dulces frutos y de cómo el viento
esparcía el aroma de sus flores.
- ¡Qué buenos son! -exclamó Lobo Chiquitito-. ¡Suéltame! ¡Quiero
darles un abrazo y un beso!
14. Dueño de un universo
- Descubrí que puedo ser dueño de un universo -dijo Lobo Chiquitito
a Lobo Pequeño mientras caminaban por el bosque.
- ¿Eso es posible? -preguntó Lobo Pequeño.
- Cierra los ojos, aprieta fuerte los párpados con el dorso de las
patas delanteras y espera. Ya lo verás.
En efecto, en aquella oscuridad Lobo Pequeño podía ver estrellas
brillantes dentro de sus asombrados ojos.
- ¿Ves? Llevamos un universo dentro. Muchos no lo saben.
Y casi en secreto le confesó:
- Me lo acaba de enseñar Lobo Abuelo.
15. Por un amigo
- ¿Qué haces así? preguntó Lobo Abuelo a Lobo Pequeño.
Estaba pintado de blanco de punta a rabo y con la piel toda rizada.
Además, colgado al cuello con un lazo verde, llevaba un cencerro.
- Esta tarde quiero jugar en la pradera con mi mejor amigo. Pero su
padre no deja ni que me aproxime al rebaño. Dice que los lobos no
pueden jugar con los corderos.
_________________________________________________
Armando Quintero nació en 1944 en Olimar (Uruguay). Naturalizado venezolano. Es escritor, narrador, pintor e ilustrador. Ha publicado los libros: Los cuentos de la vaca azul (2000), Un lugar no bosque (Kalandraka, 2003) -traducido al gallego-, Un lugar en el bosque (Kalandraka, 2004). Tiene, además, Mitos y leyendas de Venezuela (Ediciones B, Bogotá) y De tiempos inmemoriales (Editorial La Casa Tomada, Caracas). Aparece en varias publicaciones colectivas como El cuento y los cuentacuentos. Diversas publicaciones digitales, tales como Letras-Uruguay, contienen información o textos de este
autor.
El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)

