01-02-2009, 10:35 PM
Fuente: http://librodenotas.com/deloanimallohumano...-su-significado
por José Fco Zamorano Abramson
Uno de los paradigmas más generalizados respecto a nuestra concepción de los animales proviene de la visión experimentada por Rene Descartes el 10 de noviembre de 1619. Descartes, que era creyente, afirmó haberla recibido del ángel de la verdad. Su visión, la de un mundo de apariencia mecánica gobernado enteramente por leyes universales escritas en el lenguaje de las matemáticas, sin espontaneidad ni libertad inherente, dio lugar a la teoría mecanicista de la naturaleza. De esta manera, a la naturaleza se le extirpo el alma y con ello, los animales, las plantas y también el cuerpo humano, pasaron a ser máquinas inanimadas. La única parte del mundo material no enteramente mecánica del universo era una pequeña región del cerebro humano, la glándula pineal, en la que la mente consciente y racional del ser humano interactuaba de alguna manera con la maquinaria del sistema nervioso. Anteriormente, el alma se hallaba en el cuerpo o el cuerpo en el alma, pero a partir de este momento, el alma comenzó a existir solo en el cerebro humano.
Esta visión de los animales carentes de alma, que atañó a toda la naturaleza, fue el paradigma principal de la revolución científica del siglo XVII y aun hoy día es compartida por gran parte de los científicos modernos. Como consecuencia, los animales no poseen ya alma ni propósitos propios y toda su conducta está sujeta únicamente a leyes mecánicas.
La gran paradoja etimológica es que la palabra animal deriva de la palabra latina animalis que significa lo que vive, además de animus que se traduce como ser dotado de respiración o del soplo vital, también llamado ánima. Es decir, animal sería aquel ser dotado de ánima, esto es, de alma. Esta palabra posee la misma raíz de la palabra animar la cual significa energizar, llenar de respiración, de vitalidad.
Resulta significativo, además, el hecho de que la palabra latina psyche del término griego psykhe, o psiche (el aliento de vida) provienen del verbo psychein, que significa soplar, por lo que el término significa soplo, aliento, ánimo (alma). Los griegos creían que en el instante de morir un ser humano exhalaba su último aliento, y éste abandonaba los restos corporales volando en forma de mariposa, de ahí la representación en la mitología de la diosa Psiquis como una adolescente con alas de mariposa. Esta relación entre soplar y espíritu aparece ya en La Biblia, en la que encontramos varias referencias al espíritu de Dios en forma de aliento o soplo. Por ejemplo, en el Génesis se menciona que Dios le dio la vida a Adán soplando, traspasándole su aliento, su ánimo, su espíritu. En la actualidad, cuando alguien muere, se dice que expira, que exhala su último aliento, que deja ir el alma.
La Psicología (estudio de la psykhe) sería, por tanto, etimológicamente hablando,el estudio del alma, la ciencia del alma, y si animal significa el que tiene alma entonces la Psicología es el estudio del alma en los seres animados es decir el estudio de la Psiquis o alma de los animales, humanos y no humanos.
Relacionado con el significado de alma se encuentra la palabra espíritu, la cual procede del latín spiritus (soplo, aire respirado, aliento), del verbo spirare (spiratus), que significa soplar el viento, y por extensión metafórica, respirar, alentar, suspirar, exhalar. Lo que en griego se denominaba pnéuma.
Y siguiendo con las paradojas, la palabra Biología, la cual proviene del griego bio (vida) y logía-+ (ciencia) y que originalmente hacía referencia a la vida como historia o desarrollo espiritual se utiliza hoy en día solamente para el estudio de la vida orgánica y principalmente desde una visión reduccionista y mecanicista, quedando y manteniéndose completamente separada del estudio del espíritu (o alma, según hemos señalado). El ejemplo original lo tenemos en la palabra biografía, que no se refiere a la vida orgánica, sino a la historia. La vida orgánica, por el contrario, era designada por la palabra griega zoé, (zôon) referida a la vida animal, vida animada, con la cual se ha construido la palabra zoología, limitada al reino animal.
En este punto y a modo de resumen, podemos llegar a las siguientes equivalencias: soplo vital = aliento = alma = anima = animal / Alma = psiquis = espíritu
Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra animal significa: el ser orgánico que vive, siente y se mueve por propio impulso. Esta definición nos remite a la presencia de sensaciones, percepciones, necesidades, emociones e incluso sentimientos, la presencia de una personalidad, de una subjetividad, una estructura que refleja el mundo desde su propia determinación estructural, desde su propio sistema nervioso.
Por lo tanto, si el alma o ánima es la vida que existe y fluye entre los seres animados (a diferencia de los inanimados), entonces todos los animales estamos provistos de alma, ya que todos los animales tenemos y compartimos un nivel de existencia anímica.
Obviamente la definición etimológica no es ni el único ni el principal criterio a tomar en cuenta a la hora de realizar distinciones entre lo que caracteriza a los seres vivos y objetos inanimados y a lo que nos distingue del resto de las especies (si así fuera podríamos llegar a decir decir que los neumáticos poseen un alma espiritual, ya que esta palabra proviene del griego pneumaticos). Dicho esto, creo que entender el origen de la palabra animal nos aporta un interesante punto de partida para cuestionar algunas concepciones, que surgiendo con posterioridad al origen de las palabras, han cambiado el verdadero sentido de éstas llevándolas en algunos casos al polo opuesto de su significado original. En la actualidad el mecanicismo cartesiano extirpó el alma a los animales (los dotados de alma), y su enfoque reduccionista ha llevado a que conceptos como alma o espíritu sean tabúes para la ciencia, al menos para una parte muy importante de ella. ¿debemos mantener la paradoja?
por José Fco Zamorano Abramson
Uno de los paradigmas más generalizados respecto a nuestra concepción de los animales proviene de la visión experimentada por Rene Descartes el 10 de noviembre de 1619. Descartes, que era creyente, afirmó haberla recibido del ángel de la verdad. Su visión, la de un mundo de apariencia mecánica gobernado enteramente por leyes universales escritas en el lenguaje de las matemáticas, sin espontaneidad ni libertad inherente, dio lugar a la teoría mecanicista de la naturaleza. De esta manera, a la naturaleza se le extirpo el alma y con ello, los animales, las plantas y también el cuerpo humano, pasaron a ser máquinas inanimadas. La única parte del mundo material no enteramente mecánica del universo era una pequeña región del cerebro humano, la glándula pineal, en la que la mente consciente y racional del ser humano interactuaba de alguna manera con la maquinaria del sistema nervioso. Anteriormente, el alma se hallaba en el cuerpo o el cuerpo en el alma, pero a partir de este momento, el alma comenzó a existir solo en el cerebro humano.
Esta visión de los animales carentes de alma, que atañó a toda la naturaleza, fue el paradigma principal de la revolución científica del siglo XVII y aun hoy día es compartida por gran parte de los científicos modernos. Como consecuencia, los animales no poseen ya alma ni propósitos propios y toda su conducta está sujeta únicamente a leyes mecánicas.
La gran paradoja etimológica es que la palabra animal deriva de la palabra latina animalis que significa lo que vive, además de animus que se traduce como ser dotado de respiración o del soplo vital, también llamado ánima. Es decir, animal sería aquel ser dotado de ánima, esto es, de alma. Esta palabra posee la misma raíz de la palabra animar la cual significa energizar, llenar de respiración, de vitalidad.
Resulta significativo, además, el hecho de que la palabra latina psyche del término griego psykhe, o psiche (el aliento de vida) provienen del verbo psychein, que significa soplar, por lo que el término significa soplo, aliento, ánimo (alma). Los griegos creían que en el instante de morir un ser humano exhalaba su último aliento, y éste abandonaba los restos corporales volando en forma de mariposa, de ahí la representación en la mitología de la diosa Psiquis como una adolescente con alas de mariposa. Esta relación entre soplar y espíritu aparece ya en La Biblia, en la que encontramos varias referencias al espíritu de Dios en forma de aliento o soplo. Por ejemplo, en el Génesis se menciona que Dios le dio la vida a Adán soplando, traspasándole su aliento, su ánimo, su espíritu. En la actualidad, cuando alguien muere, se dice que expira, que exhala su último aliento, que deja ir el alma.
La Psicología (estudio de la psykhe) sería, por tanto, etimológicamente hablando,el estudio del alma, la ciencia del alma, y si animal significa el que tiene alma entonces la Psicología es el estudio del alma en los seres animados es decir el estudio de la Psiquis o alma de los animales, humanos y no humanos.
Relacionado con el significado de alma se encuentra la palabra espíritu, la cual procede del latín spiritus (soplo, aire respirado, aliento), del verbo spirare (spiratus), que significa soplar el viento, y por extensión metafórica, respirar, alentar, suspirar, exhalar. Lo que en griego se denominaba pnéuma.
Y siguiendo con las paradojas, la palabra Biología, la cual proviene del griego bio (vida) y logía-+ (ciencia) y que originalmente hacía referencia a la vida como historia o desarrollo espiritual se utiliza hoy en día solamente para el estudio de la vida orgánica y principalmente desde una visión reduccionista y mecanicista, quedando y manteniéndose completamente separada del estudio del espíritu (o alma, según hemos señalado). El ejemplo original lo tenemos en la palabra biografía, que no se refiere a la vida orgánica, sino a la historia. La vida orgánica, por el contrario, era designada por la palabra griega zoé, (zôon) referida a la vida animal, vida animada, con la cual se ha construido la palabra zoología, limitada al reino animal.
En este punto y a modo de resumen, podemos llegar a las siguientes equivalencias: soplo vital = aliento = alma = anima = animal / Alma = psiquis = espíritu
Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra animal significa: el ser orgánico que vive, siente y se mueve por propio impulso. Esta definición nos remite a la presencia de sensaciones, percepciones, necesidades, emociones e incluso sentimientos, la presencia de una personalidad, de una subjetividad, una estructura que refleja el mundo desde su propia determinación estructural, desde su propio sistema nervioso.
Por lo tanto, si el alma o ánima es la vida que existe y fluye entre los seres animados (a diferencia de los inanimados), entonces todos los animales estamos provistos de alma, ya que todos los animales tenemos y compartimos un nivel de existencia anímica.
Obviamente la definición etimológica no es ni el único ni el principal criterio a tomar en cuenta a la hora de realizar distinciones entre lo que caracteriza a los seres vivos y objetos inanimados y a lo que nos distingue del resto de las especies (si así fuera podríamos llegar a decir decir que los neumáticos poseen un alma espiritual, ya que esta palabra proviene del griego pneumaticos). Dicho esto, creo que entender el origen de la palabra animal nos aporta un interesante punto de partida para cuestionar algunas concepciones, que surgiendo con posterioridad al origen de las palabras, han cambiado el verdadero sentido de éstas llevándolas en algunos casos al polo opuesto de su significado original. En la actualidad el mecanicismo cartesiano extirpó el alma a los animales (los dotados de alma), y su enfoque reduccionista ha llevado a que conceptos como alma o espíritu sean tabúes para la ciencia, al menos para una parte muy importante de ella. ¿debemos mantener la paradoja?
El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)

