05-03-2009, 09:19 PM
Zanoni fijo sus ojos en el joven artista, y prosiguió:
-Para la realización de todo lo que es grande y noble, la clara percepción de la verdad es uno de los primeros requisitos pues las verdades se adaptan al objeto deseado. Por eso el guerrero reduce la suerte de una batalla a combinaciones casi enteramente matemáticas, y puede prever el resultado si cuenta fijamente con los elementos que se ve obligado a emplear. En caso de ser rechazado, pasara tal puente; en tanto tiempo puede apoderarse de aquel fuerte, etc. Con más exactitud que el guerrero, pues depende menos de las causas materiales que de las ideas que dispone, puede el hombre que posee una ciencia más pura o arte más divino, si llega á penetrar las verdades que le rodean, predecir lo que podrá llevar á cabo y lo que está condenado a ver fracasar. Pero esta percepción de la verdad de las cosas se ve interrumpida por muchas causas como la vanidad, las pasiones, la indolencia y la ignorancia de los medios que debe emplear para conseguir lo que se ha propuesto. El guerreo puede calcular mal sus fuerzas; puede faltarle el mapa del terreno que quiere invadir. Solamente cuando la imaginación del hombre se encuentra en cierto estado es capaz de percibir la verdad; este estado es una completa serenidad. Vuesta imaginación se afana tras un deseo de verdad; quisierais hacerla tan grande como vuestros deseos; quisierais que os presentase, sin ninguna prueba o preparación, los secretos más grandes que existen en la naturaleza. Pero la verdad no puede ser descubierta por una imaginación que no esta preparada para ello, lo mismo que es imposible que el sol salga á media noche. En este caso, la imaginación llega á la verdad solamente para corromperla. Os diré la parábola de uno que discurrió mucho tiempo acerca del secreto de la sublime Goecia, o la magia que existe en la naturaleza, como la electricidad en la nube: ¨El que echa agua en un manantial cenagoso, no hace más que enturbiar el agua.¨
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Zanoni.
De Bulwer Lytton
Berbera Editores

