05-04-2009, 04:29 AM
"Siempre esos ojos que miraban, vigilantes, en el trabajo o comiendo, en casa o en la calle, en el baño o en la habitación, en vigilia o en el sueño: no había privacidad posible".
George Orwell, 1984 .
Ya nadie duda de que estamos todos vigilados, observados y fichados. En el paseo, en el mercado, en el autobús, en el banco, en el metro, en el estadio, en el aparcamiento, en las carreteras... alguien nos está mirando por el ojo de las nuevas cerraduras digitales. Múltiples mallas de vigilancia nos acosan por todo el planeta, la mirada penetrante de los satélites nos persigue desde el espacio, las pupilas silenciosas de las cámaras nos controlan por las calles, el sistema Echelon (1) inspecciona nuestras comunicaciones, y los chips RFID (2) revelan nuestro perfil de consumidor. Cada uso del ordenador, de Internet (Google, YouTube, MySpace...) o de la tarjeta de crédito deja huellas imborrables que delatan nuestra identidad, nuestra personalidad, nuestras inclinaciones. Se ha cumplido el viejo recelo de George Orwell que nos pareció, durante tanto tiempo, utópico o excesivamente paranoico (3).
Se ha roto el necesario equilibrio entre libertad y seguridad. Con la intención de proteger al conjunto de la sociedad, las autoridades, en nuestras modernas democracias, tienden hoy a ver en cada ciudadano a un virtual maleante. La guerra sin cuartel contra el terrorismo -preocupación dominante en el último decenio- ha procurado una impecable coartada moral y favorecido la acumulación de un impresionante arsenal legal (4) que está permitiendo llevar a cabo el proyecto de control social integral. Los "progresos" tecnológicos (informático y digital) también han ayudado y las autoridades tienen cada vez mejores herramientas para la vigilancia electrónica.
http://rebelion.org/noticia.php?id=84748
George Orwell, 1984 .
Ya nadie duda de que estamos todos vigilados, observados y fichados. En el paseo, en el mercado, en el autobús, en el banco, en el metro, en el estadio, en el aparcamiento, en las carreteras... alguien nos está mirando por el ojo de las nuevas cerraduras digitales. Múltiples mallas de vigilancia nos acosan por todo el planeta, la mirada penetrante de los satélites nos persigue desde el espacio, las pupilas silenciosas de las cámaras nos controlan por las calles, el sistema Echelon (1) inspecciona nuestras comunicaciones, y los chips RFID (2) revelan nuestro perfil de consumidor. Cada uso del ordenador, de Internet (Google, YouTube, MySpace...) o de la tarjeta de crédito deja huellas imborrables que delatan nuestra identidad, nuestra personalidad, nuestras inclinaciones. Se ha cumplido el viejo recelo de George Orwell que nos pareció, durante tanto tiempo, utópico o excesivamente paranoico (3).
Se ha roto el necesario equilibrio entre libertad y seguridad. Con la intención de proteger al conjunto de la sociedad, las autoridades, en nuestras modernas democracias, tienden hoy a ver en cada ciudadano a un virtual maleante. La guerra sin cuartel contra el terrorismo -preocupación dominante en el último decenio- ha procurado una impecable coartada moral y favorecido la acumulación de un impresionante arsenal legal (4) que está permitiendo llevar a cabo el proyecto de control social integral. Los "progresos" tecnológicos (informático y digital) también han ayudado y las autoridades tienen cada vez mejores herramientas para la vigilancia electrónica.
http://rebelion.org/noticia.php?id=84748
Marco Antonio Arenas Chipola fue expulsado por insultar a mujeres y reclutador para sectas. Se confirma en el año 2009 que ha sido reclutado por la secta templo de la serpiente emplumada, y que realizó robo de un perro con pedigree hacia nuestra AC, además de despojo a su maestro de artes Marciales, Hoffner Long.
