01-26-2009, 11:59 PM
Una de las diosas que se sirven de su espejo mágico es la
egipcia Isis. Recordemos que en el mito Osiris es el
hermano-esposo de Isis, el cual será despedazado por Seth y
sus fragmentos esparcidos por el mundo. Gracias a sus artes
mágicas y con la ayuda de su espejo, Isis localizará los
pedazos de Osiris para poder recomponerlo y devolverle la
vida. Este espejo se encuentra en la barca de Isis o barca
lunar (la Luna), y en él quedó impreso el llamado Ojo de
Horus, que es signo de videncia, espiritualidad y poderes
ocultos, equivalente al Ojo de Dangma hindú. El Ojo de Horus
es el Oudjat, el ojo de la visión justa, y se relaciona con el
llamado Tercer Ojo, el cual despierta la clarividencia en el
hombre.
Los espejos negros -confeccionados con obsidiana- quizás sean
uno de los elementos más relacionados con la Magia. Según H.P.
Blavatsky, estos espejos se fabrican en la provincia india de
Agra, en el Tibet, en la China y también en Egipto, de donde
parece ser que los introdujeron en México hace muchos miles de
años los antecesores de los
actuales mayas. Según la tradición, cuando desembarcaron los
españoles, el Rey de los quichés ordenó a sus sacerdotes que
consultaran el espejo para saber el destino del país.
Los romanos también emplearon espejos negros de obsidiana. Así
por lo menos lo afirma Plinio respecto del procedente de
Etiopía, y parece que se empleaban particularmente para
adosarse a las paredes. "La imagen que reflejan estos espejos
-dice Plinio- parece una sombra, en la cual se ven los rasgos
del objeto, pero no los colores: es una representación más
bien oscura del objeto".
Actualmente Raymond Moody, Profesor de Psicología de la
Universidad de Carrolton (Georgia) está realizando de forma
científica lo que hace unos siglos le hubiese llevado a la
hoguera por tratarse de artes nigrománticas. Se trata de
concentrarse en un espejo donde los sujetos ensayan
regresiones a vidas pasadas y materializaciones de seres
queridos muertos.
LOS ESPEJOS Y LA ADIVINACIÃ?N
Donde más han destacado los poderes de los espejos es en el
arte de la adivinación. Según el sentido vulgar de la palabra,
adivinar significa conjeturar lo que se ignora; pero el
verdadero sentido etimológico de la palabra es divinari, es
decir, ejercer la divinidad. Los dos signos de la divinidad
humana, o de la humanidad divina, son las profecías y los
milagros. Ser profeta es ver por anticipado los efectos que
existen en las causas, es leer en la luz astral; hacer
milagros es obrar valiéndose del agente universal y someterle
a nuestra voluntad.
Parece ser que Nostradamus, según cuenta la leyenda y las
tradiciones orales, utilizaba una bola de cristal de cuarzo
para ver el futuro y de esta forma confeccionar sus profecías.
Los instrumentos de adivinación no son otros que los medios de
magnetizarse a sí mismo y de distraerse de la luz exterior,
para estar atentos únicamente a la luz interna.
Por eso Apolonio de Tyana se envolvía por completo en un manto
de lana, y fijaba en la oscuridad su mirada sobre el ombligo.
El espejo mágico de Du Potet es un medio análogo al de
Apolonio. La hidromancia (adivinación por el agua) y la visión
en la uña del pulgar, bien igualada y ennegrecida, es una
variante del espejo mágico; el agua o el color negro absorben
los rayos visuales, produciéndose entonces un desvanecimiento,
un vértigo que va seguido de lucidez en los sujetos que tienen
para esto una aptitud natural, y que están convenientemente
predispuestos.
Vemos que el nombre de "Espejo Mágico" es una denominación
genérica donde los instrumentos de adivinación no son
solamente espejos, sino que pueden ser bolas de cristal, copas
de agua, perlas, piedras preciosas, etc. Uno de los espejos
mágicos más célebres de la literatura oculta es un cristal de
carbón que estaba en posesión de John Dee, ocultista inglés
que vivió en el siglo XVI.
Otro instrumento que se podría considerar un espejo mágico es
la cubeta de madera negra del médico austriaco Anton Mesmer,
en la cual María Antonieta vio reflejarse en sus turbias aguas
todo el desenlace de la Revolución Francesa, incluyendo la
muerte de sus amigos, del Rey y de ella misma.
Si cada objeto se puede convertir en un espejo mágico es
porque el Alma universal misma es el verdadero espejo en el
que la vida cósmica entera viene a reflejarse. Y puesto que
todas las almas humanas no son sino parcelas de este Alma
universal, cada una de ellas es en sí misma un espejo. De lo
que se deduce que hay dos tipos de clarividentes o adivinos:
aquellos que encuentran el espejo mágico en sí mismos -es su
alma aquella en la que vienen a reflejarse todos los
acontecimientos del universo-, y aquellos que tienen la
necesidad de un espejo mágico material, y por tanto exterior a
ellos. De los primeros sería el caso de Apolonio, y de los
segundos todos los ejemplos que a continuación exponemos:
Pausanias nos dice: "Delante del santuario de Deméter hay una
fuente, entre la cual y el templo se alza una tapia y hasta la
que lleva un camino desde el exterior. Allí hay un oráculo muy
seguro, no sólo para las consultas, sino para la curación de
las enfermedades: atan un espejo con una cuerda fina y lo
dejan caer sobre la fuente de forma que no se hunda en ella
más que para que el agua toque su círculo. Entonces ruegan a
la diosa y queman perfumes, después de lo cual miran el
espejo, el cual indica si el enfermo vivirá o morirá. Tan
verdadera es esta agua. En Cianeas, junto a Licia, hay un
oráculo de Apolo Tirxeo que es también una fuente en la que
mira el que quiere saber algo".
W. Wynn Wescott nos dice: El Espejo Luminoso, llamado
Aspaqularia Nera, es un término cabalístico que significa el
poder de previsión y de visión a distancia, de profecía, tal
como lo tuvo Moisés. Ordinariamente los mortales tienen sólo
el Aspaqularia della Nera o Espejo No Luminoso, y sólo ven de
un modo oscuro en el cristal.
(Continúa en el siguiente mensaje)
De: BrinanSaiwala Enviado: 28/12/2004 6:42
LOS ESPEJOS EN LA RELIGIÃ?N
Los espejos aparecen como atributo de las diosas en los mitos
y ceremonias de casi todas las religiones antiguas diseminadas
por el mundo. Así, en el Egipto de hace miles de años, cuando
las aguas del mar salpicaban las patas de la Esfinge y la
meseta de Gizeh era una isla, los sacerdotes realizaban una
ceremonia secreta a la salida del sol, donde los primeros
rayos del amanecer eran reflejados por un espejo de oro pulido
que la Esfinge tenía en su frente, proyectándolos entre sus
patas. También se han hallado en los sepulcros de la XIX
dinastía espejos en forma de disco que encajaban entre los
cuernos de la cabeza de la diosa Hathor, que probablemente
estarían relacionados con la capacidad de adivinación de los
dioses ctónicos.
Hubo una diosa o demonio femenino mesopotámico llamada
Lamastu, que atacaba y seducía a los hombres y trataba de
arrebatar los niños a sus madres. Era probablemente una
representación más de la muerte y la enfermedad. Esta diosa en
sus representaciones y conjuros llevaba siempre consigo un
peine, un espejo y un huso, atributos los tres muy antiguos de
feminidad, magia y transcurso del tiempo.
Entre los griegos hay varios mitos donde aparecen los espejos.
Uno de ellos es el de Perseo, que tiene que matar a una de las
Gorgonas, Medusa, la única que es mortal. Para ello el héroe
se elevó por los aires con las sandalias aladas que le dieron
las tres Gracias, mientras Atenea sostenía encima de Medusa un
escudo de bronce bruñido a modo de espejo, para que el
guerrero pudiese contemplar la escena sin tener que mirar a
los ojos de la terrible Gorgona, que tenía la facultad de
transformar en piedra a sus observadores, y de este modo pudo
cortarle la cabeza. También podemos recordar el mito de
Narciso, joven de incomparable belleza e incapaz de sentir
amor por nadie; una ninfa se enamoró de él, pero éste, sólo
interesado por sí mismo, la rechazó. La ninfa murió de amor,
por lo que la diosa Artemisa castigó a Narciso a enamorarse de
su propia imagen cuando se viera en una fuente.
Los romanos consagraron el lago Nemi, que tiene forma de
cuenco, a Diana, diosa de la Naturaleza y de la fecundidad;
allí los sacerdotes de su culto realizaban ritos y ceremonias
lunares, por lo que el lago pasó a llamarse "el espejo de
Diana", aunque estos cultos se realizaban incluso antes de la
fundación de Roma.
El neoplatónico Plotino nos va a referir en sus Enéadas: "las
almas humanas, al ver sus imágenes en el Espejo de Baco, se
lanzaron desde lo alto hacia ellas, pero sin cortar los lazos
que las unen a la Inteligencia, hacia la que suben de tanto en
tanto, cuando Zeus, compadecido, corta las ataduras que las
ligan al dolor".
En el panteón azteca también tenemos varios ejemplos como el
dios Tezcatlipo-ca, "el Señor del espejo humeante". Es uno de
los dioses más antiguos del panteón y rige las hechicerías y
los encantamientos. A él se le dedicaban los abundantes
fenómenos parapsicológicos que ornaban el México antiguo. Su
oscuro espejo humeante está relacionado con la Luna, y estaba
hecho con hielo arrancado de la Tierra Primera "aún no
alumbrada por el sol".
También hay un pasaje relacionado con Quetzalcoatl, "la
serpiente emplumada". Este era un Rey de pureza intachable,
por lo que los demonios, no pudiendo resistir tanta nobleza,
deciden perderlo. Para ello le sitúan frente a un espejo
negro, en el que percibe por primera vez su cuerpo,
considerándolo feo e imperfecto. Sumido en la tristeza, los
demonios aprovechan para embriagarle, y del espejo surge una
figura femenina hecha de pura materia irradiante, que es su
propia sombra o doble, y allí el Maestro pierde su pureza
ascética.
Mientras en Europa los hombres preparaban las hogueras de San
Juan en honor del solsticio de verano, en el hemisferio sur
los incas festejaban el Inti Raymi, la Fiesta del Sol, en la
que el monarca vestía sus galas más preciadas y lucía
ornamentos de oro y plata que reflejaban la luz solar. La
parte principal de la ceremonia consistía en renovar el fuego
sagrado, que ardía durante todo el año. En esta ocasión era el
mismo Sol quien lo encendía. Para ello los sacerdotes llevaban
un brazalete llamado chipana, el cual tenía una lente que
reflejaba los rayos del sol como una lupa, inflamando un
algodón color carmín. Este tipo de espejos son llamados
ustorios o ardientes; dos hechos históricos han dado
celebridad a este medio de producir combustión desde lejos:
Arquímedes abrasó en Siracusa la flota de Marcelo y Proclo
quemó en Constantinopla la de Vespasiano. En cuanto a la
leyenda, nos dice que los navíos atlantes, antes del
hundimiento de su último resto llamado Poseidonis, llevaban
unos espejos parabólicos enormes con los que incendiaban
ciudades.
En el Japón encontramos el símbolo teológico del espejo, que
es el emblema de la diosa Amaterasu, "el Sol". Dice su
religión que la diosa enfadada se escondió dentro de una
caverna y que el resto de los dioses fabricaron un espejo, que
colocaron en la entrada. Amaterasu, llena de curiosidad, salió
a ver su imagen reflejada. Este espejo era octogonal, y su
representación es una flor de ocho pétalos con su centro rojo
(la flor del cerezo), llamado Kagami, y sirve de
representación al Judo. Ninigi, nieto de Amaterasu, recibe
dicho espejo, que "habría de considerar como si fuera la
propia alma de Amaterasu", ya que es uno de los emblemas
sagrados, junto con la espada y las joyas, que se identifican
con el poder imperial. Son estos emblemas los que recibe el
Emperador en una ceremonia secreta de sucesión; si el espejo
llegara a empañarse indicaría que el candidato no es digno de
convertirse en Hijo del Sol. En los templos japoneses se
custodiaba el Shintai o morada del dios, que en la mayoría de
los casos era un espejo metálico.
egipcia Isis. Recordemos que en el mito Osiris es el
hermano-esposo de Isis, el cual será despedazado por Seth y
sus fragmentos esparcidos por el mundo. Gracias a sus artes
mágicas y con la ayuda de su espejo, Isis localizará los
pedazos de Osiris para poder recomponerlo y devolverle la
vida. Este espejo se encuentra en la barca de Isis o barca
lunar (la Luna), y en él quedó impreso el llamado Ojo de
Horus, que es signo de videncia, espiritualidad y poderes
ocultos, equivalente al Ojo de Dangma hindú. El Ojo de Horus
es el Oudjat, el ojo de la visión justa, y se relaciona con el
llamado Tercer Ojo, el cual despierta la clarividencia en el
hombre.
Los espejos negros -confeccionados con obsidiana- quizás sean
uno de los elementos más relacionados con la Magia. Según H.P.
Blavatsky, estos espejos se fabrican en la provincia india de
Agra, en el Tibet, en la China y también en Egipto, de donde
parece ser que los introdujeron en México hace muchos miles de
años los antecesores de los
actuales mayas. Según la tradición, cuando desembarcaron los
españoles, el Rey de los quichés ordenó a sus sacerdotes que
consultaran el espejo para saber el destino del país.
Los romanos también emplearon espejos negros de obsidiana. Así
por lo menos lo afirma Plinio respecto del procedente de
Etiopía, y parece que se empleaban particularmente para
adosarse a las paredes. "La imagen que reflejan estos espejos
-dice Plinio- parece una sombra, en la cual se ven los rasgos
del objeto, pero no los colores: es una representación más
bien oscura del objeto".
Actualmente Raymond Moody, Profesor de Psicología de la
Universidad de Carrolton (Georgia) está realizando de forma
científica lo que hace unos siglos le hubiese llevado a la
hoguera por tratarse de artes nigrománticas. Se trata de
concentrarse en un espejo donde los sujetos ensayan
regresiones a vidas pasadas y materializaciones de seres
queridos muertos.
LOS ESPEJOS Y LA ADIVINACIÃ?N
Donde más han destacado los poderes de los espejos es en el
arte de la adivinación. Según el sentido vulgar de la palabra,
adivinar significa conjeturar lo que se ignora; pero el
verdadero sentido etimológico de la palabra es divinari, es
decir, ejercer la divinidad. Los dos signos de la divinidad
humana, o de la humanidad divina, son las profecías y los
milagros. Ser profeta es ver por anticipado los efectos que
existen en las causas, es leer en la luz astral; hacer
milagros es obrar valiéndose del agente universal y someterle
a nuestra voluntad.
Parece ser que Nostradamus, según cuenta la leyenda y las
tradiciones orales, utilizaba una bola de cristal de cuarzo
para ver el futuro y de esta forma confeccionar sus profecías.
Los instrumentos de adivinación no son otros que los medios de
magnetizarse a sí mismo y de distraerse de la luz exterior,
para estar atentos únicamente a la luz interna.
Por eso Apolonio de Tyana se envolvía por completo en un manto
de lana, y fijaba en la oscuridad su mirada sobre el ombligo.
El espejo mágico de Du Potet es un medio análogo al de
Apolonio. La hidromancia (adivinación por el agua) y la visión
en la uña del pulgar, bien igualada y ennegrecida, es una
variante del espejo mágico; el agua o el color negro absorben
los rayos visuales, produciéndose entonces un desvanecimiento,
un vértigo que va seguido de lucidez en los sujetos que tienen
para esto una aptitud natural, y que están convenientemente
predispuestos.
Vemos que el nombre de "Espejo Mágico" es una denominación
genérica donde los instrumentos de adivinación no son
solamente espejos, sino que pueden ser bolas de cristal, copas
de agua, perlas, piedras preciosas, etc. Uno de los espejos
mágicos más célebres de la literatura oculta es un cristal de
carbón que estaba en posesión de John Dee, ocultista inglés
que vivió en el siglo XVI.
Otro instrumento que se podría considerar un espejo mágico es
la cubeta de madera negra del médico austriaco Anton Mesmer,
en la cual María Antonieta vio reflejarse en sus turbias aguas
todo el desenlace de la Revolución Francesa, incluyendo la
muerte de sus amigos, del Rey y de ella misma.
Si cada objeto se puede convertir en un espejo mágico es
porque el Alma universal misma es el verdadero espejo en el
que la vida cósmica entera viene a reflejarse. Y puesto que
todas las almas humanas no son sino parcelas de este Alma
universal, cada una de ellas es en sí misma un espejo. De lo
que se deduce que hay dos tipos de clarividentes o adivinos:
aquellos que encuentran el espejo mágico en sí mismos -es su
alma aquella en la que vienen a reflejarse todos los
acontecimientos del universo-, y aquellos que tienen la
necesidad de un espejo mágico material, y por tanto exterior a
ellos. De los primeros sería el caso de Apolonio, y de los
segundos todos los ejemplos que a continuación exponemos:
Pausanias nos dice: "Delante del santuario de Deméter hay una
fuente, entre la cual y el templo se alza una tapia y hasta la
que lleva un camino desde el exterior. Allí hay un oráculo muy
seguro, no sólo para las consultas, sino para la curación de
las enfermedades: atan un espejo con una cuerda fina y lo
dejan caer sobre la fuente de forma que no se hunda en ella
más que para que el agua toque su círculo. Entonces ruegan a
la diosa y queman perfumes, después de lo cual miran el
espejo, el cual indica si el enfermo vivirá o morirá. Tan
verdadera es esta agua. En Cianeas, junto a Licia, hay un
oráculo de Apolo Tirxeo que es también una fuente en la que
mira el que quiere saber algo".
W. Wynn Wescott nos dice: El Espejo Luminoso, llamado
Aspaqularia Nera, es un término cabalístico que significa el
poder de previsión y de visión a distancia, de profecía, tal
como lo tuvo Moisés. Ordinariamente los mortales tienen sólo
el Aspaqularia della Nera o Espejo No Luminoso, y sólo ven de
un modo oscuro en el cristal.
(Continúa en el siguiente mensaje)
De: BrinanSaiwala Enviado: 28/12/2004 6:42
LOS ESPEJOS EN LA RELIGIÃ?N
Los espejos aparecen como atributo de las diosas en los mitos
y ceremonias de casi todas las religiones antiguas diseminadas
por el mundo. Así, en el Egipto de hace miles de años, cuando
las aguas del mar salpicaban las patas de la Esfinge y la
meseta de Gizeh era una isla, los sacerdotes realizaban una
ceremonia secreta a la salida del sol, donde los primeros
rayos del amanecer eran reflejados por un espejo de oro pulido
que la Esfinge tenía en su frente, proyectándolos entre sus
patas. También se han hallado en los sepulcros de la XIX
dinastía espejos en forma de disco que encajaban entre los
cuernos de la cabeza de la diosa Hathor, que probablemente
estarían relacionados con la capacidad de adivinación de los
dioses ctónicos.
Hubo una diosa o demonio femenino mesopotámico llamada
Lamastu, que atacaba y seducía a los hombres y trataba de
arrebatar los niños a sus madres. Era probablemente una
representación más de la muerte y la enfermedad. Esta diosa en
sus representaciones y conjuros llevaba siempre consigo un
peine, un espejo y un huso, atributos los tres muy antiguos de
feminidad, magia y transcurso del tiempo.
Entre los griegos hay varios mitos donde aparecen los espejos.
Uno de ellos es el de Perseo, que tiene que matar a una de las
Gorgonas, Medusa, la única que es mortal. Para ello el héroe
se elevó por los aires con las sandalias aladas que le dieron
las tres Gracias, mientras Atenea sostenía encima de Medusa un
escudo de bronce bruñido a modo de espejo, para que el
guerrero pudiese contemplar la escena sin tener que mirar a
los ojos de la terrible Gorgona, que tenía la facultad de
transformar en piedra a sus observadores, y de este modo pudo
cortarle la cabeza. También podemos recordar el mito de
Narciso, joven de incomparable belleza e incapaz de sentir
amor por nadie; una ninfa se enamoró de él, pero éste, sólo
interesado por sí mismo, la rechazó. La ninfa murió de amor,
por lo que la diosa Artemisa castigó a Narciso a enamorarse de
su propia imagen cuando se viera en una fuente.
Los romanos consagraron el lago Nemi, que tiene forma de
cuenco, a Diana, diosa de la Naturaleza y de la fecundidad;
allí los sacerdotes de su culto realizaban ritos y ceremonias
lunares, por lo que el lago pasó a llamarse "el espejo de
Diana", aunque estos cultos se realizaban incluso antes de la
fundación de Roma.
El neoplatónico Plotino nos va a referir en sus Enéadas: "las
almas humanas, al ver sus imágenes en el Espejo de Baco, se
lanzaron desde lo alto hacia ellas, pero sin cortar los lazos
que las unen a la Inteligencia, hacia la que suben de tanto en
tanto, cuando Zeus, compadecido, corta las ataduras que las
ligan al dolor".
En el panteón azteca también tenemos varios ejemplos como el
dios Tezcatlipo-ca, "el Señor del espejo humeante". Es uno de
los dioses más antiguos del panteón y rige las hechicerías y
los encantamientos. A él se le dedicaban los abundantes
fenómenos parapsicológicos que ornaban el México antiguo. Su
oscuro espejo humeante está relacionado con la Luna, y estaba
hecho con hielo arrancado de la Tierra Primera "aún no
alumbrada por el sol".
También hay un pasaje relacionado con Quetzalcoatl, "la
serpiente emplumada". Este era un Rey de pureza intachable,
por lo que los demonios, no pudiendo resistir tanta nobleza,
deciden perderlo. Para ello le sitúan frente a un espejo
negro, en el que percibe por primera vez su cuerpo,
considerándolo feo e imperfecto. Sumido en la tristeza, los
demonios aprovechan para embriagarle, y del espejo surge una
figura femenina hecha de pura materia irradiante, que es su
propia sombra o doble, y allí el Maestro pierde su pureza
ascética.
Mientras en Europa los hombres preparaban las hogueras de San
Juan en honor del solsticio de verano, en el hemisferio sur
los incas festejaban el Inti Raymi, la Fiesta del Sol, en la
que el monarca vestía sus galas más preciadas y lucía
ornamentos de oro y plata que reflejaban la luz solar. La
parte principal de la ceremonia consistía en renovar el fuego
sagrado, que ardía durante todo el año. En esta ocasión era el
mismo Sol quien lo encendía. Para ello los sacerdotes llevaban
un brazalete llamado chipana, el cual tenía una lente que
reflejaba los rayos del sol como una lupa, inflamando un
algodón color carmín. Este tipo de espejos son llamados
ustorios o ardientes; dos hechos históricos han dado
celebridad a este medio de producir combustión desde lejos:
Arquímedes abrasó en Siracusa la flota de Marcelo y Proclo
quemó en Constantinopla la de Vespasiano. En cuanto a la
leyenda, nos dice que los navíos atlantes, antes del
hundimiento de su último resto llamado Poseidonis, llevaban
unos espejos parabólicos enormes con los que incendiaban
ciudades.
En el Japón encontramos el símbolo teológico del espejo, que
es el emblema de la diosa Amaterasu, "el Sol". Dice su
religión que la diosa enfadada se escondió dentro de una
caverna y que el resto de los dioses fabricaron un espejo, que
colocaron en la entrada. Amaterasu, llena de curiosidad, salió
a ver su imagen reflejada. Este espejo era octogonal, y su
representación es una flor de ocho pétalos con su centro rojo
(la flor del cerezo), llamado Kagami, y sirve de
representación al Judo. Ninigi, nieto de Amaterasu, recibe
dicho espejo, que "habría de considerar como si fuera la
propia alma de Amaterasu", ya que es uno de los emblemas
sagrados, junto con la espada y las joyas, que se identifican
con el poder imperial. Son estos emblemas los que recibe el
Emperador en una ceremonia secreta de sucesión; si el espejo
llegara a empañarse indicaría que el candidato no es digno de
convertirse en Hijo del Sol. En los templos japoneses se
custodiaba el Shintai o morada del dios, que en la mayoría de
los casos era un espejo metálico.
El usuario Arjuna es el resultado de mezclar usuarios temporales usados para respaldar foros. No corresponde a una persona individual sino a un esfuerzo conjunto de usuarios del foro Rojo Intenso.

