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Laberintos
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Mensaje 1 de 9 en la discusión


De: Alias de MSNBrinanSaiwala  (Mensaje original) Enviado: 23/12/2004 12:32

Igual os suenan estos textos,pero por si acaso,aqui van:
LABERINTO__________
De Luca Mariange / Quintero Franklin / Quintero Susana

Según Cirlot (1991/p.265) el laberinto es una "construcción arquitectónica, sin aparente finalidad, de complicada estructura y de la cual una vez en su interior, es imposible o muy difícil encontrar la salida". Hay dos tipos de configuración, en planta, del laberinto: circular y cuadrangular. Siempre hay en el dibujo una entrada y una salida en el centro de la figura. La forma de la construcción es siempre la misma: partiendo de una cruz con cuatro segmentos curvos en el medio de los ángulos formados por los brazos, y con cuatro puntos en la parte interna de estos segmentos. El tipo cuadrado o rectangular es el más antiguo; la primera representación conocida está en una tablilla de Pilo. Algunas adoptan forma de esvástica. El tipo redondo está atestiguado a fines del siglo VII a.C. en un ambiente etrusco itálico y luego en monedas de Cnosa a finales del siglo III. El laberinto circular es común también en otras zonas de Europa desde finales de la Edad de Bronce. Cirlot (1991/p.265) señala que:
"â?¦ el laberinto posee un actualidad atrayente como el abismo, el remolino de las aguas y todo lo similar. Sin embargo, según Waldemar Fenn, ciertas representaciones de laberintos circulares o elípticos, de grabados prehistóricos, cual los de Peña de Mogor (Pontevedra), han sido interpretados como diagramas del cielo, es decir, como imágenes del movimiento aparente de los astros. Esta noción no contradice la anterior, es independiente de ella y hasta cierto punto puede ser complementaria, pues el laberinto de la tierra, como construcción o diseño puede reproducir el laberinto celeste, aludiendo los dos a la misma idea (pérdida del espíritu en la creación, "la caída" de los neoplatónicos y la consiguiente necesidad de encontrar "el centro" para retornar a él)"
El laberinto es el símbolo de gran fuerza en todo el mundo. Los primeros ejemplos se encuentran en la cuenca del mediterráneo. Los laberintos simbólicos más antiguos suelen adoptar la forma de piedras talladas cuya datación resulta difícil, las de Pontevedra (España) pueden remontarse al período del 900 al 500 a.C.C., y las de Vl Camonica (Italia), al del 750 al 550 a.C. Un laberinto tallado a la entrada de una tumba en Luzzanas, Cerdeña, puede quizás remontarse al 2500 o 2000 a.C., si es realmente contemporáneo a su tumba y no tallado con posterioridad.

Los textos antiguos hacen a referencia cuatro grandes laberintos: el de Egipto ubicado en el lago Moeris, el cretence, el griego de la isla de Lemnos y el etrusco de Clusis.
Según algunos escritores la gran proeza de los egipcios no fue la construcción de las pirámides, como generalmente se opina, sino su imponente laberinto. Lo construyeron cerca del lago Moeris, conocido actualmente con el nombre de Birkat Qarun (el estanque de Coré), al oeste del río Nilo y a 80 kilómetros al sur de la ciudad del Cairo. El nombre egipcio del monumento era de lapi ro hunt, que significa " templo a la entrada del lago", y de aquí viene el nombre griego de labyrinthos. También se llamó laberinto de Arsinoe, cuando Cocodrilopolis recibió este nombre, y por último, Casa de Carón.
Este laberinto se construyó en una época muy temprana de la historia egipcia, durante la dinastía XI. Fue el faraón Amenemhat III quien levantó este gran conjunto que además de residencia real comprendía las oficinas de gobierno y la sepultura del rey. Heródoto, historiador griego, que en el siglo V a. C vio este conjunto de monumentos lo describe así: "si se reunieran bajo un solo aspecto todas las fortificaciones y construcciones de Grecia, tal conjunto parecería haber costado menos trabajo y gasto que el laberintoâ?¦ se compone de 12 palacios cubiertos, sus puertas se abren unas frente a las otras; seis por el lado norte y seis por el sur; un muro exterior único reúne todas la s construcciones. Las cámaras son dobles, unas subterráneas y otras al nivel del suelo; hay tres mil: mil quinientas por piso. Hemos visto y atravesado las cámaras altasâ?¦; sólo conocemos las inferiores de oídasâ?¦el paseo a través de las cámaras y los circuitos en torno a los palacios nos causaron mil sorpresas por su variedad, pasábamos de un patio a las salas, de estas a las galerías, de las galerías a otros espacios cubiertos y de las salas a otros patios, los techos de todas las salas son de la misma piedra que los muros; muros y techos están adornados con multitud de figuras esculpidas. Cada palacio tiene un peristilo interior de piedra blanca, admirablemente aparejada. A cada ángulo del laberinto hay una pirámide de unas cuarenta brazas sobre las que se hayan esculpidas figuras divinas; se penetra en ellas por un camino subterráneo". Cuatro siglos después, Estragón otro historiador griego, describe el santuario funerario del rey levantado sobre una meseta. Al fondo del recinto se erguía una pirámide de ciento diez metros de altura. Delante, en dos filas, se extendía una serie de palacios agrupados de dos en dos, precedidos cada uno de un peristilo que se abría a un patio rodeado de pórtico poco elevados. Estos palacios eran tan numerosos como los nomos, y los sacerdotes de cada nomo tenían su palacio en el que se reunían para celebrar el culto del rey.
Gran parte de él se encontraba en total oscuridad, y se dice que algunas de las puertas, cuando se abrían, hacían un ruido espeluznante. Tras el declive de la potencia mundial egipcia, el laberinto fue despojado de las impresionantes columnas de granito rojo, las enormes losas y la piedra caliza, y todo esto se volvió a utilizar en otros lugares.
Aunque servía, como ya hemos dicho, como centro administrativo para los reyes de Egipto, su verdadera función era de carácter religioso. Era un templo donde se ofrecían sacrificios a todos los dioses de Egipto. Las cámaras subterráneas donde se encontraban tumbas de reyes y de cocodrilos sagrados, no estaban abiertas al público.
La importancia de este laberinto se comprende mejor cundo se analizan los ritos relacionados con el dios Osiris, quien, según los egipcios, había sido el pasado rey de Egipto. Osiris se casó con Isis que le aportó en dote el nomo de Sebennitos; luego, con ayuda de sus aliados, Upuat (dios de Buto) y Anubis (Dios de Behdet), marcha a la conquista de todo Egipto. En el alto Egipto descubre las minas de oro. Su ministro Thot (Dios de Hermópolis), inventa la escritura y las artes. Pero en el año 28 de su reinado, Osiris es atraído a una celada por su hermano Seth, quien lo arroja al Nilo ayudado por setenta y dos conjurados. Su cuerpo, encerrado en un cofre, desciende por el río y alcanza el mediterráneo siendo llevado a Biblos. Su esposa, Isis, que había partido en su busca, lo hallará allí y lo vuelve a llevar al Buto. Seth lo descubre, mutila su cuerpo y lo distribuye en catorce pedazos a sus cómplices. Isis, después de haber conseguido reunirlos, a excepción del sexo, reconstruye su cuerpo y fecundada milagrosamente por Osiris , por obra exclusiva del amor, sin intervención de la carne, da a luz a Horus, que se impone como rey en el Delta antes de vencer a Seth y conquistar todo Egipto.
Osiris vuelve a tomar todo su significado religioso, integrado en la cosmogonía en formación, en calidad de hijos de los dioses Tierra y Cielo, inclusive, introduce a la religión oficial el problema moral. A las ideas de la preexistencia de la materia y de la creación del mundo por la aparición de los elementos, en un principio confundidos en el caos, se añade esta concepción esencial: en el universo apenas formado entran en lucha el bien y el mal bajo las formas de los dioses Osiris y Seth, ambos hijos de Nut. Desde entonces la religión egipcia se orientará por la vía de la moral que ya no abandonará y hará de ella uno de los mayores estímulos de civilización del mundo antiguo.
En Osiris muerto y resucitado debe distinguir por una parte su cuerpo, que permanece en la tumba, y por otra, su espíritu, que era recibido entre los dioses. En ello está la explicación de que las ideas religiosas de ultratumba presenten un doble aspecto: la creencia en una supervivencia subterránea asociada a la conservación del cuerpo del muerto y la creencia en una supervivencia puramente espiritual del espíritu del difunto en el reino de los dioses. El culto de Osiris hizo de la supervivencia en el otro mundo la resurrección del muerto, con su personalidad propia ligada a su propio cuerpo. Osiris era el dios de los Muertos o del mundo de ultratumba.
Los egipcios recreaban anualmente la muerte de Osiris en el Drama del Misterio. Entre gemidos y llantos, sacrificaban ceremoniosamente a Apis, un toro sagrado, en representación de Osiris. Los llantos se tornaban en alegría cuando el sacerdote anunciaba que Osiris había resucitado. Para los egipcios, su esperanza de vida se centraba en estos misteriosos acontecimientos. Creían que todo hombre, no sólo el rey, quedaba identificado con Osiris al morir. Se creía que el laberinto, con su desconcertante sistema de pasadizos, ofrecía al dios rey protección contra sus enemigos tanto en esta vida como en la siguiente, hasta contra la muerte misma.
La creencia en la inmortalidad humana terminó arraigándose en Egipto y en el resto del mundo antiguo.
A imitación del laberinto egipcio, los griegos construyeron el legendario laberinto de Creta. Según Plinio, era cien veces más pequeño que el de Egipto. Había sido construido por Dédalo, unos 130 años antes de Jesucristo, por orden del rey Minos, cerca de la ciudad de Cnosa y bajo de tierra y en él vivía el Minotauro, monstruo que se alimentaba de carne humana y al que dio muerte Teseo guiado en las tortuosidades del antro por el hilo de Ariadna, que le permitió encontrar la salida. Para celebrar esta aventura, Teseo instituyó entre los mancebos y doncellas salvados por él, una danza, que en Delos quedó de ritual y que reproducía en sus movimientos las múltiples revueltas del laberinto. El hecho de que Teseo evadiera del laberinto simbolizó su renacimiento, su evasión de la muerte, así se percibe nuevamente la doctrina de la inmortalidad humana. No obstante la analogía que le supone para el edificio egipcio y su mismo nombre, como ya lo hemos dicho, derivado del de Egipto, que designa el templo de Rahounit, de los más recientes estudios se deduce que el famosos laberinto sólo ha sido una gruta profunda, antigua cantera abandonada, cerca de Gortyna, y no de Cnosa, como afirma la mayoría de los autores. Es posible que en esta gruta se encerrara a los prisioneros de guerra, como ocurría en los de Siracusa, dejándolos allí morir de hambre, y que de este hecho diera origen a la fábula de las juventudes sacrificadas al Minotauro.

Laberinto temática

Según la leyenda la ciudad de Atenas perdió una guerra ante Creta, y a sus habitantes se les impuso el tributo de enviar cada nueve años catorce jóvenes, siete muchachos y siete doncellas, como sacrificios para el Minotauro. Los soltaban en el laberinto, donde se perdían y supuestamente eran devorados por él.
Las monedas autónomas de Cnosa tenían en el anverso el Minoturo o el laberinto, en distintas formas, y algunas en el reverso la escena del héroe y el monstruo.


La palabra laberinto probablemente está relacionada con lá brys, término con que se denominaba un hacha de doble filo que representa los dos cuernos del toro sagrado. La labrys era un símbolo sacro venerado en Cnosa, por ello se ha lanzado la hipótesis de que laberinto significa "palacio de la labrys"
Las excavaciones descubrieron que había en Cnosos un modo de vida envidiable, en el que se había alcanzado una considerable armonía entre pragmatismo y estética. El ingreso al palacio por el lado oeste u "entrada comercial", concluye en un conjunto de tres pozos amurallados en los que se vertían los restos de los sacrificios y libaciones. A un lado estaba la sala de guardia que debió tener un a carácter más administrativo que militar. Esta sala de guardia da acceso a la avenida de las procesiones, la cual termina en una ancha escalinata que sube hasta el Gran Patio. Allí se encuentra uno de los fabulosos frescos que nos da a conocer el pasado minoico: una procesión de sacerdotes y sacerdotisas en tamaño natural, que portan frascos y vierten líquidos en su ofrenda a sus dioses.
Más allá de los sótanos de piedras, existe una sala con nuevos y espectaculares frescos. El más famoso de ellos muestra, en una especie de reconstrucción fotográfica primitiva, la gracia y el arrojo de los saltadores del toro, que participan de un acto que es la vez deporte, ritual y hazaña. Al envestir al toro, cada saltador( los hay de ambos sexos) se sujeta a los cuernos y da una voltereta sobre el lomo del animal, cayendo desde ahí al suelo.
El ala oriental del palacio está excavada en la ladera, sobre el nivel del patio. A un extremo eran reconocibles los aposentos reales, y al otro, los talleres de carpinteros, alfareros, albañiles y joyeros. A los aposentos reales se llega a través de una gran escalinata, no demasiado voluminosas en cuanto a dimensiones, pero sí grandiosa debido a su suntuosidad. Las columnas, pintadas de rojo y negro, y reducidas en la base, rodean un vano de luz que no sólo ilumina los aposentos de abajo, sino que hace las veces de respiradero del palacio. Los once entrepaños con puertas, que dividían el salón real se podían abrir y cerrar para regular la entrada del aire fresco. En invierno se podían cerrar las puertas e introducir hogares portátiles para la calefacción.
El centro del poder era la gran sala del Trono donde se reunía la corte del rey Minos.

El laberinto de la Isla de Lemnos, según Plinio, construido según los modelos antiguos. Se diferenciaba por tener 150 columnas, elegantemente afincadas en el piso. Este laberinto fue construido por el arquitecto Rhokos y Teodoros.
Fue famosa también en la antigüedad la tumba de Porsenna, descrita por Plinio y construida en los últimos años del siglo VI a.C., en Clusis (Etruria). Tenía, al decir del citado autor, base cuadrada, era de piedra, de trescientos pies de lado por cincuenta de alto y estaba adornado con una pirámide en cada ángulo y otra en el centro con una altura de 150 pies por 75 de base y rematadas con unas bolas de acero con una especie de casco del que pendían numerosas cadenas y campanitas que sonaban al agitarlas el viento.
En las excavaciones de villas y otros edificios romanos efectuadas por toda Europa, se han encontrado numerosos restos de pavimentos de mosaico con motivos laberínticos. Pero las ideas mitológicas se propagaron a lugares más distantes, por toda Europa, la India, Africa y hasta América.
En un friso del templo de Halebid (Mysore India) hay una sección que incluye un laberinto. Data del siglo XIII d.C., aproximadamente e ilustra un episodio del Mahabharata.
Los pequeños dibujos de laberintos, como los de los indios Hopi, pueden haber servido de símbolos en las construcciones mayores, tanto reales como míticas.
Los Chinos, quienes creían que los malos espíritus sólo podían volar en línea recta, construían entradas que imitaban un laberinto simple para que estos no pudieran penetrar en sus casas o ciudades.
En Escandinavia hay más de seiscientos laberintos de piedra en las orillas del mar Báltico. Se cree que muchos de ellos los construyeron pescadores que, por superstición, los recorrían para asegurarse una abundante pesca y un buen regreso.
Está claro que el símbolo del laberinto guarda estrecha relación con la muerte, como lo atestiguan la tumba del rey Porsenna y la de Luzzanas. Los laberintos circulares son similares a las espirales que aparecen grabadas en muchas tumbas prehistóricas, como el espiral triple de la galería funeraria de Newgrange, Irlanda.


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Continuacion mensaje 1

Es posible que los laberintos fueran mapas del mas allá, para que el alma en tránsito supiera qué camino seguir. En tal caso serían símbolos de la muerte, pero de igual forma podrían haber simbolizado la reencarnación, pues si el alma es capaz de llegar al centro del laberinto, puede también volver a la salida y renacer.
Ciertos rituales muestran una clara relación del laberinto con la muerte y el renacimiento. En la lejana isla de Melekula, perteneciente a las nuevas Hébridas, hubo un laberinto trazado en la arena denominado el camino. El espíritu de todo hombre difunto tenía que recorrer este camino a la tierra de los muertos, y en él encontrar el espíritu guardián femenino. Cuando un alma se aproximaba, su protectora borraba parte del camino, obligando al espíritu a recomponer el itinerario para continuar su viaje y poder renacer en una nueva vida.
Mientras tanto, en Europa, los ritos laberínticos adoptaban a veces la forma de danza. En Inglaterra se utilizaban laberintos de hierba en los festivales primaverales de pascua y del 1 de Mayo, celebraciones del renacimiento, aunque se desconoce la naturaleza exacta de tales rituales. Sin embargo, en Escandinavia se recuerdan algunos juegos llevados a cabo en laberintos de piedra relacionados con el retorno de la fertilidad en Primavera. En Finlandia y Suecia existen varios laberintos donde los jóvenes debían ingresar con el fin de rescatar a una muchacha aprisionada en el centro. Estos laberintos se les llamaban a veces Jungfraudanser o danzas de la Virgen. En una pintura mural del siglo XV existente de la iglesia de Sibbos, Finlandia, se ve un laberinto con una figura de mujer en el centro. Este tema, el rescate de la mujer encerrada en un laberinto, aparece también en el mediterráneo y en la India y es indudable que en estas zonas el laberinto guardaba relación con los ritos primaverales de fertilidad.
En algunos sitios, el diseño del laberinto se ha utilizado como talismán mágico para la buena suerte; estos diseños fueron empleados como protección ante los espíritus malignos o los lobos: es posible que algunos de los laberintos más antiguos que aparecen en sellos y en tejas, por ejemplo, se utilizaran también como protección.
Cuando los cristianos adoptaron el laberinto, adaptaron su significado a las necesidades de la religión transformándolo en el camino de salvación. La utilización más antigua en un contexto cristiano es, probablemente el laberinto grabado en el pavimento de una Iglesia de Orleansville, Argelia, actualmente conservado en la catedral de Argel, se remonta al siglo IV d.C, en el centro muestra una inscripción con las palabras SANCTA ECLESIA, repetidas en un gran diseño cuadrado.
De lo muchos laberintos notables que aparecen en los edificios religiosos de la cristiandad encontramos que el más famoso es el de la Catedral de la ciudad francesa de Chartres. Fue construido en 1235, con piedra azul y blanca y tiene un diámetro aproximado de 10 metros. Durante casi 1500 años, siempre ha habido una iglesia o una catedral en la colina de Chartres, la actual es el sexto edificio elevado allí; el fuego destruyó los cinco primeros, pero siempre se levantaba una nueva para celebrar la fe. La catedral actual es uno de los 80 grandes monumentos góticos construidos en Francia tras el regreso de los templarios a tierra santa en 1128.

Otras catedrales e Iglesias medievales de Francia e Italia como la de Amiens, Bayeux, Orleans, Ravena y Toulouse, tienen grandes laberintos en el pavimento. El de Reims fue destruido hace doscientos años y el de la catedral del Mirepoix ostenta un minotauro en el centro.



También en las iglesias inglesas se conservan algunos laberintos interesantes. En la pila normanda de la Iglesia de Lewannick, Cornualles, hay tallados varios diseños geométricos, entre ellos un espiral y un laberinto sencillo; en la Iglesia de Santa María de Recliffe de Bristol hay un pequeño relieve en el techo con un laberinto del siglo XV. Aparecen laberintos en los pavimentos de la Iglesia de Bourn, Cambridgeshire, y en la catedral de Ely, aunque esta última se construyera ya en 1870.


Algunos autores interpretan estos trazados como un emblema del camino hacia Jerusalén; otros creen que servían para efectuar peregrinaciones, recorriendo los fieles descalzos o de rodillas, las líneas marcadas en el suelo, en compensación de alguna ofrenda de peregrinación que por cualquier causa no pudieran realizar. Viollet le Duc, opina que se trata nada mas que de un capricho de los arquitectos de la época.
Para Jantzen (1959/p.92, 93):
"Los constructores de las catedrales clásicas utilizan las más monumentales de las firmas para dar a conocer su participación descollante en la obra: es la forma del "laberinto" que se inscribe en el piso de la nave central.[…] Algunas veces se ha supuesto que los giros del laberinto también pudieran tener un sentido místico, pero lo ignoramos. En los laberintos originalmente inscritos en la nave central de Reims y de Amiens, tal como ocurre en Chartres, figuraban los nombres de los maestros constructores que habían participado en la construcción de la catedral. Sabemos que el laberinto de Reims estaba formado por la figura geométrica de un cuadro biselado, cuyos caminos interiores se dirigían a un octágono central, figura que se repetía en los extremos de sus diagonales. En estas figuras de las esquinas se inscribían los nombres y el sello de los maestros del siglo XIII. Los atributos con que se les distinguían señalaban su profesión de arquitectos, y el orden en que se los señalaba era evidentemente el de su intervención en los trabajos. […] Es posible que también en la placa central del laberinto de Chartres se registraran los nombres de los arquitectos, pero, lamentablemente ningún dato al respecto ha llegado hasta nosotros".
Al contrario Charpentier (1973/p.241) afirma que:
"Se ha hablado mucho de simbolismo a propósito de esos laberintos. Y esta fuera de duda que sea un símbolo alquímico, pero no puede dejarse de notar que el laberinto de Chartres (como tampoco el de Amiens o, antaño, el de Reims) no es, hablando con propiedad, un laberinto, en el sentido en que es imposible extraviarse en él, pues no tiene mas que "un camino" que conduce al centro.
[…] Lo cual indica que se tiene especial empeñó en que las gentes que se encaminan por el "dédalo" sigan por un trazado determinado; que recorran un camino y no otro. Y ese camino debía ser recorrido a un ritmo, según un ritual.
Pero el caminar ritual y no es caminar; ¡es danza!
El laberinto es un camino de danza escrito en el suelo. Es una aplicación razonada de las virtudes de la ronda.
Reflexionemos. Nos encontramos en un lugar que ha sido escogido para la utilización por el hombre de una corriente telúrica que aflora, y que debe tener sumas analogías con las corrientes magnéticas. Ahora bien, es un resultado bien conocido de las corrientes magnéticas que todo cuerpo en movimiento en los campos de esas corrientes adquiere propiedades particulares. Es, incluso, el modo como se fabrica la electricidad, haciendo girar un rotor en un campo magnético, natural o artificial.
[…] Hacer girar a un hombre, de forma determinada, en un campo, será provocar en ese hombre acciones determinadas.
[…] El hombre llegado al centro del laberinto, tras haberlo recorrido ritualmente, tras haberlo "danzado", será un hombre transformado y, que yo sepa, en el sentido de una apertura intuitiva a las leyes y armonías naturales; a las armonías y a las leyes que él quizás no comprenderá, pero que sentirá dentro de sí, de las que se sentirá solidario y que serán para él el mejor test de verdad, como el diapasón es el test del músico".
Fulcanelli (1974/p.59) resume ambas posiciones cuando afirma que:
"La imagen del laberinto se nos presenta, pues, como emblemática del trabajo entero de la Obra, con sus dos mayores dificultades: la del camino que hay que seguir para llegar al centro (donde se libra el duro combate entre las dos naturalezas) y la del otro camino que debe enfilar el artista para salir de aquel. Aquí es donde se necesita el hilo de Aridna, sino quiere extraviarse en los meandros de la obra y verse incapaz de salir"
Encontramos la presencia de los laberintos en muchos otros casos mas allá de toda implicación simbólica. En la Inglaterra del siglo XII aparecieron en los jardines como elementos decorativos o lúdicos; inicialmente se pusieron de moda los jardines con laberintos sencillos, pero poco a poco se fueron complicando hasta tomar formas mas intrincadas, y sus caminos terminaron flanqueándose de setos de boj, recortados primorosamente.

La forma laberíntica está fuertemente arraigada en la psiquis humana. Las ciudades de todas las civilizaciones y tiempos parecen conformar grandes laberintos. Si vemos las plantas de Tenochtitlan, de la Roma Imperial, los Burgos Medievales o las grandes metrópolis contemporáneas, inmediatamente sentiremos las herencias legada por los símbolos ancestrales a la cotidianidad del hombre, que consciente o inconscientemente busca relacionarse de forma efectiva con su entorno a través de ellos. Presente en los lugares mas dispares, sentimos la presencia del laberinto en las piedras de Stonehenge, en los Mandalas antiguos o los amuletos celtas, sin poder determinar exactamente su significado u origen.

El mito del laberinto está en lo más profundo de la naturaleza humana. En el origen de los tiempos, perdida ya la facilidad del instinto animal para encontrar los caminos de la Naturaleza y afrontar sus peligros, el hombre creó el arquetipo del laberinto que aparece en leyendas mitológicas y ritos religiosos, de numerosas culturas antiguas y primitivas a lo largo y ancho del mundo, reflejo del miedo ancestral y de la desorientación que el ser humano experimentó ante la naturaleza hostil y, como ser racional, también y fundamentalmente, miedo ante la vida.
En todas las culturas el laberinto está compuesto por un espacio perfectamente definido, de calculada geometría, pero engañoso por sus múltiples posibilidades y por la similitud de los elementos que lo conforman. El laberinto recrea la variedad infinita de los bosques en su monótona similitud, los enredos de los senderos de las montañas, las vueltas y revueltas de lo desconocido, las estrellas del firmamento, que son a un tiempo ayuda y desvío de los navegantes, y para la que el hombre, sin embargo, encontró el orden absoluto e intrincado en el laberinto de las constelaciones.
El laberinto es también y quizás más que ninguna otra cosa, símil perfecto de la vida misma, con sus posibilidades, sus riesgos y su orden íntimo y sutil, para cuyo tránsito cuenta el ser humano con los escasos hilos de Ariadna.
El laberinto, al contrario que la naturaleza, o que la vida, se cierra en sí mismo, es abarcable, está hecho por el hombre como un teatro del mundo, y es en su centro donde se haya la respuesta, el mecanismo del sistema para hallar el tesoro, o la salida o la libertad.
El laberinto es, con todos sus pasadizos y vueltas, el resumen de las preguntas primordiales: ¿Cuál es el sentido de la vida?, ¿Cómo puede el hombre traspasar la muerte? Y es, también, la manifestación material de una búsqueda espiritual, aquella que trata de formar una unidad con el universo.







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Bibliografía
-La aventura de la Historia. Año 1. Número 3. Enero 1999. Pág. 67
-Nueva Enciclopedia Temática. Barcelona, Editorial Cumbre, S.A. 1988
-GREEN, Michael. Tras el diente del dragón. España. URANO. 1994
-Atlas de lo extraordinario. Lugares misteriosos. Volumen I y II. Ediciones del Prado.
-GABAN, Jesús. Viajes por el tiempo, Laberintos 2. España, Ediciones B. 1995
-CIRLOT, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos. Barcelona, Editorial Labor. 1991.
-BENTON; William. Encyclopedia Britannica. Inglaterra, 1768.
-Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana. Barcelona. Hijos de J. Espasa, Editores.
-Monitor: Enciclopedia Salvat para todos. Pamplona, Salvat S.A. de Ediciones.
-PIRENNE, Jacques. Historia de la Civilización del Antiguo Egipto. Barcelona, Editorial ÉXITO, S.A.
-Touring Club italiano. Napoli e dintorni.
-JATZEN, Hans. La arquitectura gótica. Barcelona, Editorial Nueva Visión, 1959
-Diccionario enciclopédico Salvat. Madrid, Salvat Editores, S.A, 1986
-ARNOLD, Paul. Los Grandes Inspirados: fundadores de religiones de Pitágoras a Mahoma. Barcelona, Plaza Janes, S.A., 1973.
-CHARPENTIER, Louis. El Enigma de la Catedral de Chartres.
-FULCANELLI. El Misterio de las catedrales. Editorial Rotativa, 1957
-Revista Despertad.


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Mensaje 2 de 9 en la discusión


De: Alias de MSNBrinanSaiwala Enviado: 23/12/2004 12:33

LABERINTO Y CAVERNA INICIATICA

El laberinto, como bien lo ha visto Jacksor Knight, tiene una doble razón de ser, en cuanto permite o veda, según los casos, el acceso a determinado lugar donde no todos pueden penetrar indistintamente; solo los que están "cualificadosâ? podrán recorrerlo hasta el fin, mientras que los otros se verán impedidos de penetrar o extraviarán el camino. Se ve inmediatamente que hay aquí la idea de una "selecciónâ?, en relación evidente con la admisión a la iniciación misma: el recorrido del laberinto no es propiamente, pues, a este respecto, sino una representación de las pruebas iniciáticas; y es fácil comprender que, cuando servía efectivamente como medio de acceso a ciertos santuarios, podía ser dispuesto de tal manera que los ritos correspondientes se cumplieran en ese trayecto mismo. Por otra parte, se encuentra también la idea de "viajeâ?, en el aspecto en que esa idea se asimila a las pruebas mismas, como puede verificárselo aún hoy en ciertas formas iniciáticas, la masonería por ejemplo, donde cada una de las pruebas simbólicas se designa, precisamente, como un "viajeâ?. Otro simbolismo equivalente es el de la "peregrinaciónâ?; y recordaremos a este respecto los laberintos que se trazaban otrora en las lajas del piso de ciertas iglesias, cuyo recorrido se consideraba como un "sustituto" del peregrinaje a Tierra Santa; por lo demás, si el punto en el que termina ese recorrido representa un lugar reservado a los "elegidosâ?, ese lugar es real y verdaderamente una "Tierra Santaâ? en el sentido iniciático de la expresión: en otros términos, ese punto no es sino la imagen de un centro espiritual, como todo lugar de iniciación lo es igualmente (8).
    Va de suyo, por otra parte, que el empleo del laberinto como medio de protección o defensa admite aplicaciones diversas, fuera del dominio iniciático; así, el autor señala particularmente su empleo "tácticoâ? a la entrada de ciertas ciudades antiguas y otros lugares fortificados. Solo que es un error creer que en este caso se trate de un uso puramente profano, el cual incluso hubiera sido cronológicamente el primero, para sugerir luego la idea de una utilización ritual; hay en esta idea, propiamente, una inversión de las relaciones normales, conforme, por otra parte, a las concepciones modernas pero solo a ellas, y que por lo tanto es enteramente ilegítimo atribuir a las civilizaciones antiguas. De hecho, en toda civilización de carácter estrictamente tradicional, todas las cosas comienzan necesariamente por el principio o por lo que es más próximo a él, para descender luego a aplicaciones cada vez más contingentes; y, además, inclusive estas últimas no se encaran jamás desde un punto de vista profano, que no es, según lo hemos explicado a menudo, sino el resultado de una degradación por la cual se ha perdido la conciencia de la vinculación de esas aplicaciones con el principio. En el caso de que se trata, podría fácilmente percibirse que hay algo distinto de lo que verían los "tácticosâ? modernos, por la simple observación de que ese modo de defensa, "laberínticoâ?, no se empleaba solamente contra los enemigos humanos sino también contra los influjos psíquicos hostiles, lo que indica a las claras que debía tener por sí mismo un valor ritual (9). Pero hay más todavía: la fundación de las ciudades, la elección de su sitio y el plan según el cual se las construía se hallaban sometidos a reglas pertenecientes esencialmente a la "ciencia sagradaâ? y, por consiguiente, estaban lejos de responder solo a fines "utilitarios", por lo menos en el sentido exclusivamente material que se da actualmente a esa palabra; por completamente extrañas que sean estas cosas a la mentalidad de nuestros contemporáneos, es preciso sin embargo tomarlas en cuenta, sin lo cual quienes estudian los vestigios de las civilizaciones antiguas jamás podrán comprender el verdadero sentido y la razón de ser de lo que observan, aun en lo que corresponde simplemente a lo que se ha convenido en llamar hoy el dominio de la "vida cotidianaâ?, pero que entonces tenía también, era realidad, un carácter propiamente ritual y tradicional.
    En cuanto al origen del nombre del "laberintoâ?, es bastante oscuro y ha dado lugar a muchas discusiones; parece que, al contrario de lo que algunos han creído, no se relaciona directamente con el nombre de la lábrys o doble hacha cretense, sino que ambas derivan igualmente de una misma palabra muy antigua que designaba la piedra (raíz la-, de donde lâos en griego, lapis en latín), de suerte que, etimológicamente, el laberinto podría no ser en suma otra cosa que una construcción de piedra, perteneciente al género de las construcciones llamadas "ciclópeasâ?. Empero, no es ésa sino la significación más exterior de la palabra, que, en sentido más profundo, se vincula al conjunto del simbolismo de la piedra, al cual hubimos de referirnos en diversas oportunidades, sea con motivo de los "betilosâ?, sea con motivo de las "piedras del rayoâ? (identificadas, precisamente, con el hacha de piedra o Lábrys), y que presenta aún muchos otros aspectos. Jackson Knight lo ha entrevisto por lo menos, pues alude a los hombres "nacidos de la piedraâ? (lo que, señalémoslo de paso, da la explicación de la palabra griega laós ('pueblo, gente'), de lo cual la leyenda de Decaulión ofrece el ejemplo más conocido: esto se refiere a cierto período un estudio más preciso del cual, si fuera posible, permitiría seguramente dar a la llamada "edad de piedraâ? un sentido muy otro del que le atribuyen los prehistoriadores. Por otra parte, esto nos reconduce al tema de la caverna, la cual, en cuanto excavada en la roca, natural o artificialmente, está también muy próxima a ese simbolismo (10); pero debemos agregar que ésta no es razón para suponer que el mismo laberinto haya debido también forzosamente ser excavado en la roca: aunque haya podido serlo en ciertos casos, ello no es sino un elemento accidental, podría decirse, y no entra en su definición, pues, cualesquiera sean las relaciones entre el laberinto y la caverna, importa no confundirlos, sobre todo cuando se trata de la caverna iniciática, que aquí consideramos más en particular.

Laberinto y caverna iniciática
  En efecto, es muy evidente que, si la caverna es el lugar en que se cumple la iniciación misma, el laberinto, lugar de las pruebas previas, no puede ser sino el camino que conduce a ella, a la vez que el obstáculo que veda el acercamiento a los profanos "no cualificadosâ?. Recordaremos, por otra parte, que en Cumas el laberinto estaba representado en las puertas, como si, de alguna manera, esa figuración sustituyera al propio laberinto (11); y podría decirse que Eneas, mientras se detiene a la entrada para contemplarla, recorre en efecto el laberinto, mental ya que no corporalmente. Por otra parte, no parece que ese modo de acceso haya sido siempre exclusivamente reservado para santuarios establecidos en cavernas o asimilados simbólicamente a ellas, pues, como lo hemos explicado ya, no se trata de un rasgo común a todas las formas tradicionales; y la razón de ser del laberinto, tal como la hemos definido antes, puede convenir igualmente a los aledaños de todo lugar de iniciación, de todo santuario destinado a los "misteriosâ? y no a los ritos públicos. Formulada esta reserva, hay sin embargo una razón para suponer que, en el origen por lo menos, el empleo del laberinto -haya de haber estado más particularmente vinculado con la caverna iniciática: pues uno y otra parecen haber pertenecido al comienzo a las mismas formas tradicionales, las de esa época de los "hombres de piedraâ? a que aludíamos poco ha; habrían comenzado, pues, por estar estrechamente unidos, aunque no lo hayan quedado invariablemente en todas las formas ulteriores.
    Si consideramos el caso en que el laberinto está en conexión con la caverna, ésta, a la cual rodea con sus repliegues y en la cual finalmente desemboca, ocupa entonces, en el conjunto así constituido, el punto más interno y central, lo que corresponde perfectamente a la idea de un centro espiritual, y concuerda además con el equivalente simbolismo del corazón, sobre el cual nos proponemos volver. Ha de hacerse notar aún que, cuando la misma caverna es a la vez el lugar de la muerte iniciática y el del "segundo nacimientoâ?, debe entonces ser considerada como acceso no solo a los dominios subterráneos o "infernales", sino también a los dominios supraterrestres; esto también responde a la noción del punto central, que es, era el orden "macrocósmico", al igual que en el "microcósmicoâ?, aquel donde se efectúa la comunicación con todos los estados superiores e inferiores; y solamente así la caverna puede ser, según lo hemos dicho, la imagen completa del mundo, en cuanto todos esos estados deben reflejarse igualmente en ella; de no ser así, la asimilación de su bóveda al cielo sería absolutamente incomprensible. Pero, por otra parte, si el "descenso a los Infiernosâ? se cumple en la caverna misma, entre la muerte iniciática y el "segundo nacimientoâ?, se ve que no puede considerarse a ese descenso como representado por el recorrido del laberinto, y entonces cabe aún preguntarse a qué corresponde en realidad este último: son las "tinieblas exterioresâ?, a las cuales hemos aludido ya, y a las que se aplica perfectamente el estado de "erranciaâ?, si es lícito usar este término, del cual tal recorrido es la exacta expresión. Este asunto de las "tinieblas exterioresâ? podría dar lugar a otras precisiones, pero nos harían traspasar los límites del presente estudio; creemos, por lo demás, haber dicho bastante para mostrar, por una parte, el interés que presentan investigaciones como las expuestas en el libro de Jackson Knight, pero también, por otra, la necesidad, para dar precisión a los resultados y captar su verdadero alcance, de un conocimiento propiamente "técnicoâ? de aquello de que se trata, conocimiento sin el cual no se llegará nunca sino a reconstrucciones hipotéticas e incompletas, que, aun en la medida en que no estén falseadas por alguna idea preconcebida, permanecerán tan "muertasâ? como los vestigios mismos que hayan sido su punto de partida. (*)
(*) Fuente: Cap. XXIX de Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada, Eudeba-Colihue, Buenos Aires, 1988 (primera edición 1937).
www.temakel.com



Mensaje 3 de 9 en la discusión

De: Alias de MSNBrinanSaiwala Enviado: 23/12/2004 12:36

  por ersonName ProductID="Alicia Bertone" wConfusedt="on">ersonName wConfusedt="on">Alicia BertoneersonName>ersonName>
ersonName ProductID="Alicia Bertone" wConfusedt="on">ersonName wConfusedt="on">ESPIRALES LABERINTICAS EN EL MUNDO CELTAersonName>ersonName>

Lejos de ser exclusivamente céltica, aparece en todas partes del mundo, desde la prehistoria.

Entre los indios norteamericanos, por ejemplo, en la India o en China.

Como si el hombre hubiera sentido que el desarrollo  del ser individual ocurría

a semejanza  del desarrollo del Universo entero.



La posición del feto en el útero es espiralada, como si el niño se desenroscara  a partir de un centro. A través de este desenroscarse accede a la existencia, palabra en cuya raíz etimológica encontramos el sentido: "fuera de". Pero el camino a "fuera de" es el mismo que a "dentro de". Este "regressus ad uterum" aterroriza porque es el aniquilamiento, pero seduce porque permite alcanzar ersonName ProductID="la esencia. Para" wConfusedt="on">la esencia. ParaersonName> los celtas, la espiral es por lo tanto símbolo de muerte y resurgimiento. Volver al seno de ersonName ProductID="la Madre Tierra" wConfusedt="on">la Madre TierraersonName> es volver al útero que ha dado vida, y la volverá a dar en un futuro. Esta espiral, ya en  los grandes túmulos megalíticos aparece representada con insistencia



Caer Sidi es literalmente "el castillo giratorio " o "el castillo en espiral" En esta fortaleza se halla el caldero de la inpiración de Cerridwen. En el Hanes Taliesin, o La Catedra de Taliesin, una de sus estrofas dice:

"He estado en una silla incómoda sobre el Caer Sidiâ?

Robert Graves analoga esta silla incómoda con la Silla de Idris, donde según la leyenda local, si alguien se acuesta a dormir una noche, puede amanecer muerto, loco o convertido en poeta. Quien logra recorrer hacia dentro y volver por esta espiral, es un renacido, con una nueva conciencia y con el don de ersonName ProductID="la poesía. Según" wConfusedt="on">la poesía. SegúnersonName> la creencia europea primitiva, solo los reyes, la aristocracia guerrera, los magos y los poetas, podían renacer. Es decir, solo seres preparados para enfrentar el desafío de su propio aniquilamiento.



De los árboles sagrados del Beth Luis Nion, hay dos que crecen en espiral: la vid, que además renace bajo una nueva forma al convertirse en vino, y ersonName ProductID="la hiedra. Ambas" wConfusedt="on">la hiedra. AmbasersonName> son un símbolo de renacimiento.



Un juego que ilustra la espiral, y por lo tanto la búsqueda de este centro absoluto, es el juego de ersonName ProductID="la Oca. En" wConfusedt="on">la Oca. EnersonName> este juego se deben pasar una serie de peripecias para alcanzar este centro, y además, según las reglas del juego, cuando se va más allá de la meta se vuelve hacia atrás. Dice Jean Markale: en cierto modo es una búsqueda del castillo del Grial, ojo del huracán, donde se encuentra protegido lo más valioso de este mundo, el secreto de los secretos, esa luz que emana de la copa de esmeralda llevada ante Perceval por una jovencita que supera en belleza a todas las mujeres del mundo. Pero ¡cuántos esfuerzos hay que realizar para llegar a este Castillo de las Maravillas!Cuantas dudas, cuantos desvíos, cuantos retrocesos, cuántas prolongadas esperas en cárceles embrujadas !



hape id=_x0000_s1041 style="MARGIN-TOP: 0px; Z-INDEX: -3; LEFT: 0px; MARGIN-LEFT: 0px; WIDTH: 3in; POSITION: absolute; HEIGHT: 135pt; TEXT-ALIGN: left; mso-position-horizontal: left; mso-position-vertical: top; mso-position-vertical-relative: line" type="#_x0000_t75" coordsize="21600,21600" o:allowoverlap="f">hape>



Tampoco es casualidad que se trate de una oca, ya que la oca es el ave consagrada a Boand, la diosa cuyo hogar dice la leyenda que ha sido New Grange. Frente a la entrada de New Grange hay una ancha losa con espirales grabadas. http://www.temakel.com/mundoarqnewgrange.htm







Las espirales son dobles. Se puede seguir con el dedo la línea de afuera a adentro y cuando se llega adentro se  encuentra el comienzo de otra espiral en sentido inverso. Del mismo modo  en el Universo nada concluye, sino recomienza permanentemente, y apenas una puerta giratoria separa lo que se ve de lo que no se ve.



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Según otra leyenda, la fortaleza de ersonName ProductID="la hechicera Blanaid" wConfusedt="on">la hechicera BlanaidersonName> de la isla de Man, estaba protegida por una de esas ruedas y nadie podía entrar en ella hasta que se quedaba inmóvil. Algo así como acertar en el centro del juego, volverse inmóvil para entrar en el ojo del huracán, y luego salir del laberinto con nuevos dones. Tal la historia de todo heroe. En cualquier época y lugar, y que hasta, quien l sabe, puede asumir la identidad de cualquiera de nosotros.

ariustile.com/ ariuscatalog/im160005.htm

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#4

Mensaje 4 de 9 en la discusión


De: Alias de MSNBrinanSaiwala Enviado: 23/12/2004 12:39

1.-Los Laberintos en la Obra de Fulcanelli

Los laberintos burilados en el pavimento de algunas Iglesias góticas conducen, al Adepto, a un escondido conocimiento.

Ese particular diseño circular y entrecortado, procura ocultar las dificultades que el laberinto encierra en su interior. Con todo, esa simbología anuncia que se exigirá del alquimista en ciernes, una total entrega, para ser medido en su capacidad de resistir.

El laberinto resume un aprendizaje consistente en duras pruebas, necesarias para hacer práctica la aplicación de la Enseñanza en tu quehacer diario. Conocimiento que se encuentra en las profundas capas de tu propio laberinto y que tu mismo (a) debes catar, esfuerzo que está fuera del alcance del hombre común, o de la actitud de sopor más o menos permanente en las multitudes.

El laberinto que existía en la Iglesia de Chartres, compuesto de vías concéntricas, tenía cinceladas las figuras de Teseo y del Minotauro, que sostenían cruenta lucha, para simbolizar el mortal enfrentamiento de dos fuerzas antagónicas: La Luz y la Oscuridad.

La contienda referida, se libra después de un duro trabajo de transformación, a raíz del que surge y se hace evidente la oscuridad, cuya subsistencia corrosiva mina y destruye a la armazón o cuerpo físico, y dirige artificiosamente a nuestra vida, para rendir culto a la sombra.

El emblema cabalístico, denominado Laberinto de las Catedrales, o Laberinto de Salomón, aparecía en aquellos escritos alquímicos que, con sus símbolos, silencian la palabra. En este lenguaje mudo se expresa el conocimiento escondido, propio de los Misterios del Universo, descrito por círculos concéntricos interrumpidos en ciertos puntos. Tales trazos enuncian que el hombre y la Naturaleza, no son plenamente coincidentes en la actualidad.

En efecto, aunque todo está sujeto a un mismo y único ritmo y rodaje, los hombres ignoran lo que pueden realizar si están DESPIERTOS, y olvidan lo que han hecho en sueños, motivo por el cual la vida del ser humano se evidencia como un trayecto inexplicable y errático que, particularmente, se revela en los trazos interrumpidos de este símbolo y que se reproduce en las tradiciones mágicas atribuidas a Salomón.

El laberinto es el epítome de todo trabajo realizado en la Gran Obra y, en especial, alude a sus dos grandes dificultades que consisten en:

  1. El delinear y precisar el camino para llegar a su centro, punto donde se libra la lucha de las dos naturalezas: Teseo y Minotauro y, seguidamente:
  2. El descubrir la senda que permite salir del laberinto, empresa que sólo es posible si se cuenta con el Hilo de Ariadna.

El laberinto describe el desarrollo de la Gran Obra. Se observa que no es un camino rectilíneo, donde la visión del caminante abarca el inicio y término de la totalidad de su jornada. Lo anterior, en la medida que si da un primer paso, necesariamente desconoce el siguiente, no obstante que cada estado de conciencia logrado, impone su sello en el siguiente trecho.

Cuando uno se adentra en el laberinto, tiene el convencimiento cierto de que esa es la ocasión de vencer o abandonar la empresa. Es una tarea que implica enfrentar las mayores dificultades.

En este caminar, llegará el instante en que el buscador se deshará de toda carga inútil, para llegar al "centro del laberinto", que corresponde a nuestro propio núcleo. Entonces, afrontará a su propia fuerza material, caótica, desconectada y descontrolada, e impondrá sobre ese miasma convulso la Fuerza Superior, ocasión en que verá disolverse todo lo anudado e indebidamente compacto, y verá aflorar el nacimiento del Verdadero Ser, o manifestación de su Mercurio Coagulado.

El Hilo de Ariadna, que Teseo utilizó para salir del Laberinto del Minotauro, representa a las múltiples etapas que debe vivenciar el discípulo para pasar de la oscuridad a la Luz.

El Hilo de Ariadna simboliza el conocimiento adquirido con la propia experiencia, y la realización de la Enseñanza en uno mismo. Esa es la sabiduría que permite al alquimista salir de su propio laberinto.

Fulcanelli, al conjugar los conceptos afines al término Ariadna, hace evidente el desconocimiento que tenemos de nosotros mismos, y describe al hombre como a un conjunto de tejidos e ilusiones, como la envoltura propia de un falso ser que, de su vida, ha hecho la amalgama de un existir real con un continuo inexistir.

Somos una falsa Obra, debido a nuestra afición de cultivar emociones y deseos intensamente egocéntricos, desequilibrados, que consumen y tejen la falsa sabiduría, la que una vez destruida, evidencia la propia desnudez, vacío y vanidad.

Aquél que ha sentido el impulso de interesarse en él mismo, para enfrentar su propia oscuridad, necesita de la ayuda de una fuerza superior (Mercurio Divinizador o Alkahest) que le entregue el extremo del Hilo de Ariadna, a fin de internarse en lo profundo de su complejo laberinto, y deshacer su falso tejido.

Guiado por el hilo de Ariadna y mediante un duro quebrantamiento interior, aquietará sus aguas y, desde allí, surgirá un nuevo sol naciente, o renacimiento del alquimista.

Fulcanelli sugiere que el Hilo de Ariadna alude al nacimiento, al orto de un astro que surge del mar, o un sol que se eleva al cenit.

Fulcanelli compara al laberinto con la Piedra Filosofal. En este sentido, en ese dédalo se muestra un camino en el que se suceden los múltiples procesos que se desarrollan para alcanzar la acabada construcción de la Obra o Piedra Filosofal.

Señala que la oscuridad puede ser transformada en Luz, si la materia se aparta voluntariamente de su propio y terrenal encantamiento, y acepta ser ayudada, conectándose a una Fuerza muy elevada o Mercurio Divinizador, y sometiéndose a intensas jornadas de pulimento, que le hará digna de enlazarse a la Divinidad, por medio del Solve et Coagula.

Fulcanelli compara al Hilo de Ariadna con un conductor de Luz, que desvanece la oscuridad y rompe la naturaleza densa y artificial de la materia, y hace posible una muerte simbólica, para comprender la propia inmortalidad interior y transformarse en luminosa vida, una vez que despierte su Mercurio Coagulado.

fuente:http://members.fortunecity.com

Mensaje 5 de 9 en la discusión


Enviado: 23/12/2004 12:41

Este mensaje ha sido eliminado por el autor.



Mensaje 6 de 9 en la discusión

De: Alias de MSNBrinanSaiwala Enviado: 23/12/2004 12:51

Documento:el minotauro y su laberinto



Mensaje 7 de 9 en la discusión


De: Alias de MSNBrinanSaiwala Enviado: 23/12/2004 12:52

Discusión acerca de la casa del laberinto y el mito de asterión



Mensaje 8 de 9 en la discusión


De: Alias de MSNBrinanSaiwala Enviado: 23/12/2004 12:53

recreación intelectual sobre el laberinto(J.L:Borges)



Mensaje 9 de 9 en la discusión


De: Alias de MSNBrinanSaiwala Enviado: 23/12/2004 12:59

Y para terminar,un análisis sobre el laberinto más conocido por tod@s,el juego de la oca.

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