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La Licantropía
#11

Algo más sobre Herodiana de la wiki:

Aradia
De Wikipedia, la enciclopedia libre


Aradia es una figura importante en la Wicca y en otras formas de neopaganismo.

Es la hija mesiánica de la Diosa Diana, venida a la tierra para enseñar a los pobres y a los oprimidos la brujería como medio de resistencia social.


Origen del nombre según autores [editar]

* La figura de Aradia aparece por vez primera en la literatura en 1899, en el libro Aradia ó El Evangelio de las Brujas de Charles Godfrey Leland.

Leland identifica a Aradia con Erodiade, escribiendo:

\"...el nombre no deriva de Erodiade del Nuevo Testamento, pero una copia más antigua de Lilith que tiene el mismo nombre... en el siglo sexto el culto de Erodiade y Diana por parte de las brujas fue condenado por la iglesia en el Concilio de Angora\"

En la historia de los juicios de las brujas recurre de hecho esta asimilación: Diana es a menudo puesto al lado de la fugura de Erodiade, como en el proceso de Mllán de 1390 contra Sibillia y Pierina.

* Piperno y otros escritores hipotetizan una identificación de Erodiade con Lilith.

* Carlo Ginzburg, escritor y ensayista que en el libro \"Historia Nocturna\" se ocupó del fenómeno de la brujería popular desde un punto de vista histórico y antropológico, hace derivar el nombre de Aradia de la unión de los nombres de Hera y Diana, ambos supervivientes al advenimiento del cristianismo y unidos en una figura compuesta de nombre Heradiana o Herodiana.

* El historiador Ronald Hutton, en \"The Triumph of the Moon\" (El Triunfo de la Luna) sugiere que esta identificación con Erodiade fue inspirada de la ópera de Jules Michele, \"Satanism and Witchcraft\" (Satanismo y Brujería).

La antropóloga Sabina Magliocco, por otra parte, prefiere considerar la conexión entre la Erodiade italiana (Herodias), el culto de Erodiade y Aradia.

Recientemente hay quienes han adelantado la hipótesis de Aradia como un nombre compuesto.

Bibliografía [editar]

* Aradia ó El Evangelio de las Brujas. Charles Godfrey Leland. 1899


y sobre Hecate:

Hecate la Señora Oscura


\"...For, by the sacred radiance of the sun, The mysteries of Hekate, and the nights; By all the operation of the orbs...\"

'King Lear' de William Shakespeare



Hécate es una Diosa telúrica (profundamente relacionada con los misterios de la Tierra), y sus orígenes datan del período prehelénico. Poco precisa en sus lineamientos e historia mítica.

Según las sistematizaciones Griegas clásicas, y una vez incorporada al panteón Helénico, es hija de los Titanes Perses y Asteria; Zeus la colmó de dones y prerrogativas y, si bien es una Diosa que habita el Bajo Mundo, le dio poder absoluto sobre la tierra y el mar. También representa la naturaleza en su más abundante momento; las tres fases del año y los 28 días del ciclo lunar.

Se la relacionaba con la fertilidad, concepción y nacimiento (antes del período prehelénico; y esto también puede verse desde el punto de vista de Diosa triple, representando la Doncella a la fertilidad, la Madre a la concepción y la Anciana, que muere y vuelve a nacer en la Doncella, la muerte seguida por el nacimiento).

En tiempos más tardíos se la consideró Diosa del Bajo Mundo, también se la reconocía como Diosa de la Luna y de la Magia. Todo lo misterios están relacionados con Ella y se dice que los mismos fueron instruidos por Orfeo.

En la antigüedad, del antiguo molde Indo-Europeo, se la representa como una Diosa triformis y triceps, (de forma triple y tres brazos). Sus tres caras fueron explicadas más tarde como símbolo de esta tríada femenina, en que aparece con Artemisa, reina de la tierra, Selene, reina del cielo nocturno y Hécate reina del abismo subterráneo. Era descripta con la figura de tres cuerpos femeninos o como una sola con tres cabezas de animales; entre ellos: caballos; osos; cuervos, pero, especialmente, perros. Aunque todos los animales eran considerados sacros para esta Diosa. Entre ellos, la lechuza era su mensajera y de entre los árboles el sauce era el que la representaba al igual que el Tejo. Se la veneraba en las encrucijadas y muchos la conocen como “la Diosa de las encrucijadas” o “de los caminos bifurcados”.

El culto a Hécate, desde el principio, se relacionó con el tema de la vida y la muerte; y se le da el rol de mediar entre los muertos y los vivos.

Se la considera capaz de poder dar o quitar salud por igual y para los miembros de su culto, la vida y la muerte, el nacimiento y la tumba tenían mucha importancia.

LA GRAN SEÑORA OSCURA, AMA Y DUEÑA DE LA CARA OCULTA DE LA LUNA

Por otro lado, sería difícil intentar continuar este culto hoy día; seguramente los errores serían varios y continuos. El “por qué” es sencillo ya que se debe a que tenemos poca información al respecto; más aún, “la mayor parte de los procedimientos rituales de los misterios de Hécate y las instrucciones que preparaban a los iniciados para éstos se han perdido”.

Más allá de todas las fases y cualidades sobre las cuales hemos hecho mención hasta el momento, es importante mencionar que, hoy día, se considera más la parte destructiva de la Diosa que la parte nutricia.

Esto se debe a que, cuando esta Diosa es “adoptada” por las religiones de tipo “chamánicas” su imagen es cambiada y relacionada a la brujería. Con el tiempo se aprecia que al convertirse en una “Diosa Oscura” el interés por Hécate se incrementó.

“The image of Hekate that became known as the Goddess of Witches was strongly modulated by the dark Hekate of late Greek and Roman imagination. Indeed so powerful was this image that it is not going too far to claim that witchcraft before its modern revival took on many features and characteristics from Hekate as she was depicted in the literature of the period.”. (El que Hécate se convierta en la “Reina de las Brujas” o “Diosa del Mundo de los Fantasmas” ocurre en la Edad Media).

Como Diosa del “Bajo Mundo” era quien custodiaba el Limen (las puertas que se debían atravesar para ingresar). Bajo la forma de “guardiana” de estas puertas, se la llamaba Propylaia, “La Única ante de Puerta”.

Se dice que, además de ser acompañada por sus perros, y el dios Hermes, era acompañada por sus sacerdotisas Circe y Medea quienes, en algunas historias, eran hijas de Hécate. También disfrutaba la compañía de Las Furias o Erinas.

Se comenta que Hécate caminaba por los cementerios y, junto a sus perros, buscaban las almas de los recién muertos para conducirlas al Bajo Mundo.

Teniendo en cuenta que los antiguos griegos consideraban que un/a dios/a podía dar como quitar (lo que los dioses dan, los dioses lo quitan), Hécate podía proteger de los espíritus malignos, pero también podía servirse de ellos para maldecirnos. Tal vez por este motivo es que los antiguos griegos no compartían la moderna obsesión de pedir favores a las deidades sin antes medir las consecuencias de lo que esto podría acarrear.

¿Por qué los griegos relacionaron a Hécate con la fertilidad y luego con la Diosa de los muertos? La respuesta debería ser sencilla, y esta ligada a toda la primer parte de este documento y es porque la muerte, inevitablemente, va de la mano con la fertilidad como poder de la tierra.

Sobre los festivales en honor a Hécate, podemos mencionar varios:

· El 13 de Agosto, en Grecia, en la casa de la Fertilidad y la Tormenta. Este festival se hacía para preservar a la cosecha de que fueran destruidas por las tormentas.

· El 31 de Octubre se festeja “Shamain” (Hemisferio Norte) para honrar a Hécate en el momento en que el velo entre ambos mundos era más delgado.

· En Italia, cerca del Lago de Avernus, existe un suelo negro de Hécate

Otras de las facetas conocidas por Hécate es que controlaba y era atendida por serpientes. Por supuesto que uno de los significados que se le atribuyen a la serpiente es la energía sexual, por tanto Hécate se convierte en la controladora de esta energía manifiesta y representada por las serpientes.

Autor (anónimo)
fuente:http://es.geocities.com/lavozdelasbrujas

&quot;Ni los muertos estarán seguros si el enemigo gana&quot;<br /><br />W. Benjamin
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#12

Me refiero a grueso en el sentido de que no es anecdótico, no era una rareza, todos sabían de que iba el tema y luego todos tuvieron reminiscencias.

Por otro lado pensando que el tema lunar y el tema de las huestes salvajes son cosas en algún punto vinculadas; pero muy diferentes.

Se puede ver las huestes como un ejercito de espíritus, o de muertos... pero en el caso de los benandanti y de Thiess se está hablando en todo caso de un ejército de vivos.

El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)
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#13

Si, me refería específicamente a la acusación de idolatría que pendía sobre algunas brujas. No me convence que eran idolatras (mejor dicho , no me convence que de la idolatría se desprenda un poder mágico especial). Entonces pienso que la conexión con ciertos arquetipos tenían que ver con practicas mas aterrizadas que los curas no podían entender, cosas concretas como las fases de luna y su relación con el acrecentamiento de poder en la mujer. Y que la simbolización son deidades como Diana, Erodiana etc. era eso: simbolización de procesos naturales. Por eso citaba a la alquimia.

&quot;Ni los muertos estarán seguros si el enemigo gana&quot;<br /><br />W. Benjamin
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#14

La acusación de idolatría suele ser un fallo técnico por parte de los acusadores...

Digamos que en estas cosas hay una parte de símbolo, y hay una parte que no es tan simbólica. Hay cosas que ocurren, cosas que se pueden hacer... y luego cada época les da la/s explicación/es que buenamente puede. Sólo como nota; los benandanti se consideran cristianos, y Thiess dice que los licántropos son los "perros de Dios", pero claro, no eran cristianos al gusto de la iglesia oficial.




El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)
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#15

Los dominicos tambien se llamabán así mismos “perros de Dios”.
Donimi cani: dominicos.

&quot;Ni los muertos estarán seguros si el enemigo gana&quot;<br /><br />W. Benjamin
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#16

XD

El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)
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#17

El hombre lobo, por Antonio Mora Vergés

Fuente: http://coneixercatalunya.blogspot.com/20...-llop.html
( La traducción es mía, así que seguro se coló algún error de dedo.)


Los últimos lobos fueron exterminados en Catalunya a lo largo del siglo XIX; la causa de su exterminio, no fueron tanto las pérdidas que generaban sus ataques básicamente a los ganaderos, como el aumento de la presión humana sobre el territorio, y la preeminencia de la especie humana en la parte alta de la pirámide depredadora, homo,hominis lupus, \"el hombre es un lobo para el hombre\" .

El siglo XX , con la llamda I Guerra Mundial, la Guerra Civil Española, y la II Guerra Mundial, vendrían a confirmar a nuestra especie como la \"gran depredadora\";las últimas acciones bélicas, claramente definibles como genocidios, muestran sisn ninguna duda que la espiral de odio, venganza, muerte, funciona a velocidad exponencial.

Pero el hecho del que quiero dejar constancia, sucedía en Catalunya y tal vez también en otros lugares de forma diríamos habitual ; lejos de la visión cinematográfica en la que el hombre lobo es el resultado de una transformación provocada por el paso del día a la noche, de día hombre, de noche lobo, los que en Catalunya recibian los nombres de Pare Llop - Padre Lobo-, Encantador de llops - Encantador de lobos-, o también Home llop - Hombre Lobo-, acostumbraban a ser unos individuos de aspecto descuidado y feroz, que vivian normalmente en zonas de montaña, dentro de los bosques y entre lobos que los reconocían como líderes indiscutibles, y lo seguian con docilidad.

Sólo la generalización en el uso de armas de fuego acabaría a la vez con los lobos y con estas personas situadas sobre ellos. A finales del siglo XVI , se inventarían los perdigones, lo que hizo aumentar al mismo tiempo que la precisión de las armas de fuego, su producción, y de una forma más lenta que en nuestros tiempos, las hizo asequibles para casi todo el mundo, hasta el punto que a mitad del siglo XVII, rara era la masia o casa aislada, donde no se encontraran al menos dos escopetas.

La historia , que situaremos en el primer cuarto del siglo XVII , sucedía en el espacio del actual Parc Natural de Sant Llorenç y la Serra de l'Obac,y más concretamente en la Masia del Dalmau, en el valle del mismo nombre.
Se explica que una noche particularmente fría de hinvierno un hombre de aspecto descuidado, largos cabellos, sombrero de ropa ennegrecido, capa rasgada y hecha a partir de una o más mantas de ropa, pantalones rotos que le cubrían sólo hasta las rodillas, calzado ligero y extremidades inferiores y superiores extremadamente peludas, pidió asilo; el amo llamado Joan, hizo un manifiesto gesto de repugnancia al verlo y con malas maneras e incluso amenazas le denegó el alojamiento incluso en el pajar.

(...)

La noche siguiente a la negativa de Joan a dar alojamiento al hombre de mal aspecto, los lobos mataban a uno de sus rebaños despeñándolo desde el Puig -monte- Rodó; en sucesivas noches perdería el resto de su ganado, unos en la rinconada de la fuente del Llort, y los últimos mientras hacían camino hacia Castellar (...)

Dalmau, intentó rehacer sus rebaños, pero una y otra vez, los lobos en una noche mataban todo el ganado; pidió ayuda de otros propietarios y se hizo una batida por todo el territorio, en más de una ocasión vieron al hombre de aspecto feroz rodeado de los lobos, pero siempre a una distancia que hacía ineficaces las armas de fuego.

Joan se armó de valor, iy fue a buscar al hombre lobo para firmar una tregua; el hombre de nombre Hiram - según le dijo - aceptó sus excusas y acordaron el precio que recibiria de Dalmau para que los lobos no atacásen los rebaños - otros masos, hacia tiempo que pagaban ya este tributo- , desde aquel día, y hasta la extinción de los lobos, de la especie canis lupus, Dalmau nunca más sufrió la pérdida de ninguna otra bestia.

Existen, respecto a los hechos de esta historia, otras ubicaciones a lo largo de toda Catalunya, y de una forma más general, en los contrafuertes pirenaicos, dondese acabaron concentrando los últimos ejemplares de lobo. Se explica que hasta en los libros de oraciones había una, llamada el Padrenuestro del Lobo, que en una de sus verdiones decía:

Nostre Senyor e mossèn Pere.
Se n'anaven per llur camí,
en encontraren lu lop lobas :
- E on vas Lop Lobas ? -
se dix Nostre Senyor.
Vau a casa d'aital
A menjar la carn i beure la sang d'aital
- No ho faces Lop Lobas-
Se dix Nostre Senyor.
Ves-te'n per les pastures,
A menjar les herbes menudes
Ves-te'n per les muntanyes,
A menjar les herbes salvatges,
Ves-te'n a mitja mar
Que aci no pugues res demanar

Nuestro señor y monseñor Pedro,
se iban por su camino
y encontraron al lobo lobazo:
-Y dónde vas Lobo Lobazo?´-
dijo Nuestro Señor.
-Voy a casa de tal,
a comer la carne y beber la sangre de tal.
- No lo hagas Lobo Lobazo-
dijo Nuestro Señor.
-Vete por los pastos,
a comer hierbas menudas,
Vete por las montañas,
a comer hierbas salvajes,
Vete a media mar,
que aquí no puedas nada pedir
.

Ahora nos toca sólo añorar aquellos hombres lobo, cuya maldad podíamos evitar satisfaciendo un mínimo tributo. Los hombres lobo de hoy desgraciadamente son insaciables, su crueldad no tiene nada que la detenga, como tampoco los precios que - a pesar de no detener su violencia - nos hacen pagar en conceptos de tributo. (...)

Antonio Mora Vergés

El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)
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#18


(...) El Persiles es el libro de caballerías de Cervantes. Durante mucho tiempo su autor debió recrearse con su invención. Ya en la primera parte de Don Quijote el canónigo hace el elogio de esta clase de libros cuyo «género de escritura y composición cae debajo de aquel de las fábulas que llaman milesia» y que, cuando están bien escritos, permiten que un buen ingenio se muestre en la plenitud de sus recursos. Allí puede dejar correr la pluma -dice el canónigo- «describiendo naufragios, tormentas, reencuentros y batallas». «Ya puede mostrarse astrólogo, ya cosmógrafo excelente, ya músico, ya inteligente en las materias de estado, y tal vez le vendrá ocasión de mostrarse nigromante si quisiere».

Y Cervantes no perdió la ocasión de mostrarse un poco nigromante en el Persiles. Si Don Quijote está libre de brujas, aquí las vemos ir y venir por el libro, hacer daño, volar y enamorarse.

Una, al parecer italiana, se lleva por los aires al bailarín Rutilio desde Roma hasta Noruega. De esta bruja no sabemos el nombre. «Estaba presa por fatucheríe, que en castellano se llaman hechiceras», pero andaba por la cárcel con toda libertad, con el pretexto de curar a la hija de la alcaldesa, «con hierbas y palabras», de una enfermedad que no le acertaban los médicos. La bruja se mete en la celda del bailarín y le promete la libertad si él consiente en hacerla su mujer. Es el mismo Rutilio quien cuenta la historia:

-«Esperé la noche, y en la mitad de su silencio llegó a mí y me dijo que asiese de la punta de una caña que me puso en la mano, diciéndome la siguiese. Turbéme un tanto. Pero como el interés era tan grande moví los pies para seguirla, y hallélos sin grillos y sin cadenas, y las puertas de toda la prisión de par en par abiertas, y los prisioneros y guardias en profundísimo sueño sepultados.

En saliendo a la calle -prosigue el bailarín- tendió en el suelo mi guiadera un manto, y mandóme que pusiese los pies en él, me dijo que tuviese buen ánimo, que por entonces dejase mis devociones».

(...) El bailarín Rutilio, embarcado en el manto volador, también desecha el consejo impío y se encomienda a todos los santos.

Cuatro horas o poco más dura el viaje en alfombra desde Italia hasta Noruega. En seguida de aterrizar, la mujer intenta dar rienda suelta a su pasión. Abraza a Rutilio, quien al querer apartarla la ve convertida en loba. Lleno de miedo, el hombre le clava el puñal en el pecho y la bruja, vuelta a su primitiva figura de mujer, queda tendida en el suelo, muerta y ensangrentada.

¿Con qué viejas historias volvía a reconstruir Cervantes ésta del Persiles? Ya en el Satiricón, la novela romana del siglo I, atribuida a Petronio, se cuenta la historia de un soldado convertido en lobo que, después de ser herido por un esclavo, recupera su forma humana pero continúa sangrando por la herida. También Meris se convierte en lobo en la égloga VIII de Virgilio.

Cervantes recoge la creencia en los lobisones, común a todos los pueblos primitivos.

Un habitante de Noruega, que escucha la historia de Rutilio, le informa que de tales hechiceras «hay mucha abundancia en estas septentrionales partes».

«Cuéntase dellas -explica el noruego- que se convierten en lobos, así machos como hembras, porque de entrambos géneros hay maléficos y encantadores. Cómo esto pueda ser yo lo ignoro, y como cristiano que soy católico, no lo creo. Pero la experiencia me muestra lo contrario. Lo que puedo alcanzar es que todas estas transformaciones son ilusiones del demonio, y permisión de Dios y castigo de los abominables pecados deste maldito género de gente».

Leemos aquí una frase que ilumina notablemente ciertas facetas del pensamiento de Cervantes, en el que se superponen y conviven la ilusión y el escepticismo: «como cristiano... no lo creo. Pero la experiencia me muestra lo contrario». (...)

Fuente: http://www.cervantesvirtual.com

El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)
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#19

Carlo Ginzburg (Turín, 1939) es un historiador italiano abanderado de la Microhistoria. La microhistoria es una rama de la historia social de desarrollo reciente, que analiza cualquier clase de acontecimientos, personajes u otros fenómenos del pasado que en cualquier otro tratamiento de las fuentes pasarían inadvertidos. La razón por la que llaman el interés del historiador puede ser muy diversa: puede ser lo raro pero también lo cotidiano. En todo caso, demuestra tener posibilidades interpretativas desusadas cuando el historiador introduce la llamada reducción de escala o el examen con lupa del pasado, que constituye el instrumento innovador de esta disciplina.

http://es.wikipedia.org/wiki/Carlo_Ginzburg
http://es.wikipedia.org/wiki/Microhistoria


En Historia Nocturna el autor se propone por una parte, reconstruir los mecanismos ideológicos que facilitaron la persecución de la brujería en Europa y por otra, las creencias de estos hombres y mujeres desde una nueva mirada privilegiando el vasto zócalo de tiempo y espacio en el que surgieron sus elementos sin olvidar los detalles contemplados de cerca.

http://www.accessmylibrary.com/coms2/summa...286-1939897_ITM

Fuente; http://club.telepolis.com/meugenia1/reli...tatica.htm

La oscura religión extática

Extracto del libro de Carlo Ginzburg "Historia nocturna" Ediciones Península. Barcelona 2003

Hace más de mil años había una religión extática , principalmente femenina, dominada por una diosa nocturna con muchos nombres. Su origen se perdía en el Paleolítico Superior, y lo habían difundido en Europa los celtas, que a su vez habían sido influidos por las creencias escitas derivadas de los chamanes euroasiáticos..

¿Hay datos que documenten esta teoría?

Los encargados de la Iglesia sabían que, desde muy antiguo, había zonas enteras en las que se practicaba la brujería, las adivinaciones, las invocaciones diabólicas, los conjuros mágicos, supersticiones y artes malvadas y prohibidas. Con ello hacían referencia a la presencia de una antigua religión practicada en su mayoría por mujeres, aunque había una variante practicada por hombres, la de las batallas por la fertilidad. Esta religión antigua de origen extático tendría sus orígenes en el chamanismo euroasiático. Sus ecos en Europa , a comienzos de la época moderna, eran las prácticas extáticas de mujeres que

a) creían y decían,
B) que van por la noche,
c) detrás de la diosa Diana,
d) en la grupa de animales,
e) recorriendo grandes distancias,
f) obedeciendo las órdenes de la diosa como si fuera dueña y señora…

En las páginas que siguen intentaremos rastrear los últimos vestigios del culto extático y la extensión de la antigua religión por Europa. Hemos visto como se fabrica un complot contra las personas más débiles de la sociedad, personas a las que utilizar como chivo expiatorio durante las épocas de calamidades y problemas económicos y sociales. La clase dirigente se inventa un enemigo al que machacar y así poder continuar detentando el poder. Hemos visto como en 1321 se fabrica el primer complot contra los leprosos y judíos de la Francia sudoccidental y noroccidental. El complot se repite contra los judíos en 1348, seguramente porque ya se habían cargado a casi todos los leprosos, en el Delfinado, Saboya y alrededores del Lago Leman (Canton de Vaud). Aquí mismo, a orillas del lago Leman, surgen en 1375 las primeras cacerías de brujos y brujas. No es casualidad que en 1409, la bula papal mencionase esta zona como un lugar donde proliferan las nuevas sectas y ritos prohibidos. También hemos visto como en la elaboración del complot se pasa de acusar a los leprosos a perseguir a los judíos. En cambio, no queda claro uno de los eslabones intermedios de la cadena, el que explica la fusión o asimilación de judíos con las brujas.


Fenómenos religiosos de origen celta, en vías de disolución

El llamado “Canon Episcopi” (en su origen un capitular franco) es el punto de llegada de una serie de documentos que nos narran fenómenos religiosos celtas, como los que aquí vamos a relacionar.

a) Divinidades celtas mortuorias: la cabalgata nocturna.

En el siglo V en Turín había campesinos “embriagados” llamados “dianaticus” (adivinos), sinónimo de “lunáticus”, es decir, unos personajes exaltados, presos de un frenesí religioso, dispuestos a mutilarse en honor de sus dioses. Uno de estos dioses celtas se encontró dibujado en una tejuela cuadrangular de Roussas (Delfinado) del siglo V d.C. Se ve a un personaje en la grupa de un animal de largos cuernos, acompañada con la inscripción “Fera com era” (“con la cruel Era”). Inscripciones parecidas se han encontrado en Istria, Suiza y Galia cisalpina. Detrás de esta diosa céltica aflora la diosa griega Hera. A principios del siglo XV los campesinos del Palatinado creían en una divinidad llamada Hera, portadora de la abundancia, que vagaba volando durante los doce días que hay entre la Navidad y la Epifanía, el periodo consagrado al retorno de los difuntos. La cáscara griega de la diosa recibía un relleno céltico. La imagen de la cabalgata nocturna es ajena a las mitologías griega y romana.

Los testimonios más antiguos sobre la cabalgata de Diana son los procedentes de Prüm, de Works y de Tréveris, es decir, de la zona en que se han encontrado gran cantidad de representaciones de la diosa celta Epona a caballo. El año 906 Reginone Di Prüm da instrucciones (derivadas de un capitular franco anterior) a los religiosos de la zona para que eviten una serie de creencias y prácticas supersticiosas, pues había mujeres que sostenían que cabalgaban sobre una bestia por la noche, junto a la diosa Diana. Por lo tanto, la diosa pagana Diana del capitular franco, recogido por Reginione no es más que una interpretación romana de Epona.

Las dos diosas, la Era de Roussas y la Epona, son divinidades mortuorias, frecuentemente representadas con una cornucopia, símbolo de la abundancia (Ver abajo la "venus" de Laussell). Epona recibió otros nombres como Abundia, Satia o Richella. Pero Epona, protectora de los caballos y los establos, es sólo una entre las divinidades que alimentaron las creencias que confluirían en la descripción estereotipada de la cabalgata de Diana. De hecho, en Epona se encerraban otras figuras de la religión celta ya en vías de disolución.

B) Las matronas y las hadas

En el siglo XIII estas figuras reaparecen en un pasaje de Guglielmo d’Alvernia: se trata de espíritus que aparecen en forma de muchachas o de matronas vestidas de blanco, ya sea en los bosques, ya sea en los establos donde dejan gotear velas de cera en las crines de los caballos que trenzan cuidadosamente. Estas matronas son un eco tardío de las “Matraes” del bajo Rin, de Francia, Inglaterra y la Italia septentrional, divinidades celtas a las que las mujeres rinden un culto extático, como símbolos de prosperidad y fertilidad. A estas divinidades (el compendio de Epona) se refiere la expresión “mondranicht” (“noche de las madres”) que según Beda el Venerable se utilizaba en la Britania pagana para la noche de Navidad. En el mundo celta las noches comprendidas entre el 24 de diciembre y el 6 de enero son igual que los “zwölften”, los doce días durante los cuales, según creían los germanos, vagaban los difuntos. Las Matres, como Epona, además de protectoras de las parturientas, están relacionadas con el mundo de los difuntos.

Hacia el año 1000 Burcardo de Works identificó con las Parcas paganas a las tres divinidades (las Matrae) a las que la gente dejaba, en determinadas noches, alimento con tres cuchillos. Durante mucho tiempo matronas, hadas y demás divinidades benéficas y mortuorias habitaron invisiblemente la Europa celtizada.

En Sicilia a partir de la segunda mitad del siglo XVI se procesaron a mujeres que afirmaban encontrarse periódicamente con “las mujeres de fuera”, con las que pasaban la noche volando, asistiendo a banquetes en castillos lejanos o en los prados. Los actos los presidía una divinidad femenina llamada “la Matrona”, “la Maestra”, “la Señora Griega”, “la Sabia Sibila”, “la Reina de las Hadas”, a veces acompañada de un rey. En 1640 una mujer de Palermo. Caterina Buní, que iba con las “mujeres de fuera” por la noche y que prometía llevar a las gentes con ella y que las quería hacer cabalgar sobre un castrado, como hacía ella, fue procesada y condenada por el Santo Oficio. Es más, todavía en el siglo XIX “mujeres de fuera, mujeres del lugar, mujeres de las noches, mujeres de casa, bellas señoras y patronas de casa” seguían manifestándose a hombres y mujeres, dispuestas a hacer una mala pasada a quienes no las tratasen con la debida referencia, o no tuviesen las casas bien guarnecidas. (La bumberota de Pego).

Carlo Ginzburg se pregunta si los vuelos, las hadas… son de tradición celta, y si estas leyendas pudieron llegar a Sicilia como llegaron los relatos del rey Arturo, a finales del siglo XI, traídos por caballeros bretones, que expandieron en la isla la “matière de Bretagne”. Pero resulta difícil de explicar. Mejor lo podría explicar la existencia de una gran diosa mediterránea pregriega, que también habría inspirado figuras como Circe o Medea. Esta filiación cultural explicaría la presencia de nombres y topónimos similares (también del tipo morg-) en el ámbito mediterráneo y céltico.

Este sustrato céltico alimentó las novelas del ciclo artúrico: Arturo aparece como un auténtico rey de los difuntos. Se representa a lomos de una especie de macho cabrío; se le pone a la cabeza de los héroes como Erec, Perceval o Lancelot que viajan hacia castillos misteriosos, que un puente, un prado, un pantano o el mar separan del mundo de los hombres…En ello se ha reconocido un viaje hacia el mundo de los difuntos. La hermana de Arturo, Morgain la Fée, la Fata Morgana, es la reencarnación tardía de dos diosas célticas: la irlandesa Morrigan (vinculada a Epona) y la galesa Modron (una Matronae). Carlo Ginzburg también afirma que gran parte de los nombres de personas y de lugares que se repiten en el ciclo artúrico deben vincularse a topónimos de la región del Lago Leman. Lo mismo que la reelaboración inquisitorial del antiguo mito céltico del viaje al mundo de los muertos se ha hecho a partir del material folclórico de la misma zona.

c) Las Madres y la diosa osuna

De Posidonio de Apanea (80 a.C.) cita Plutarco los hechos que contó sucedidos hacia 212 a.C. en Sicilia, donde había unas diosas llamadas “Madres”. También las cita Diodoro Sículo, dice que en Engyon (actual Troina) se había construido un gran templo para adorar a las diosas madres. Diodoro afirma que fueron los cretense, fundadores de Engyon, quienes habían traído el culto de las “madres”, entre ellas, Cibeles. Era adorada en la Sicilia oriental y en Creta bajo el nombre de Rea. Se ha supuesto que este culto de origen cretense, se instaló sobre otro preexistente, autóctono de Sicilia, vinculado con las ninfas descubiertas en el santuario tracio de Saladinovo, llamado “el cementerio de las hadas”. Las tríadas de ninfas llevan sombreros en forma de turbante, similares a los de las “Matronae” célticas, o a “las mujeres de fuera” que se le aparecieron a mediados del siglo XIX a la anciana de Modica: tres jovencitas vestidas de blanco y con una especie de turbante rojo en la cabeza, y la invitaron a bailar.

¿Porqué se parecen las diosas madres de Engyon y las “Matronae” célticas?

-Derivan de divinidades femeninas indoeuropeas imprecisas.

-Mera coincidencia

-Prueba de la presencia en el ámbito celta o sículo, de divinidades maternas, distintas de la Madre Tierra. Esta hipótesis es la de Carlo Ginzburg. Para él detrás de las Madres está el culto a una diosa nutricia de aspecto osuno, cuyo nombre desconocemos. Las diosas nutricias serían las encargadas de alimentar a Zeus, cuando el niño fue escondido para que no lo devorara Cronos. Una de las nutricias de Zeus se llamaba Adrastea, y era una divinidad tracio-frigia, adorada en Atenas junto con la diosa tracia Bendis, a la que Herodoto identificó con Artemio. Los griegos llamaban a las divinidades femeninas extranjeras Artemio. Artemio es la “señora de los animales”, lo que recuerda a las diosas del Mediterráneo y Asia Menor que aparecen flanqueadas por animales, en parejas. Artemio también es adorada como nutricia de niños y protectora de las muchachas jóvenes. A ella se dirigían también las mujeres embarazadas: en el santuario de Artemio Kalliste se han encontrado exvotos que representan pechos y vulvas.

La solicitud de la osa hacía su cría era proverbial entre los primitivos. También el aspecto humanoide de la osa la hacía apta para simbolizar. El bipedismo en los animales provoca en el hombre reacciones encontradas. Un animal que camine como un hombre puede ser el símbolo de algo relacionado con el más allá.

En el siglo II o III a.C. Licinia Sabinilla dedicó un grupo escultórico de bronce a la diosa Artio, que es una diosa céltica, cuyo nombre se refiere al oso (en galo “artos”, en irlandés antiguo “art”). El grupo en un principio estaba constituido sólo por la osa Artio agazapada frente al árbol. La diosa de forma humana es un añadido posterior, un calco de las “Matronae” o “Matres celtas”. Así encontramos el desdoblamiento de Artio, representada en forma animal y humana. Encontramos el nexo “diosa osuna”- “diosa nutricia”. Ginzburg reflexiona acerca de si el nombre Arturo, a través de “Artoviros” deriva de Artio.

Sólo una mediación diurna, verbal, pudo perpetuar durante tanto tiempo una religión carente de estructuras institucionales y de lugares de culto. La complejidad de este proceso de transmisión es grande.

La proximidad a los animales que caracteriza a estas figuras se convierte, en el caso de Richella o de las “mujeres de fuera” en una naturaleza semianimal, revelada por las patas hirsutas, los cascos equinos, las patas de gato. Se le atribuye un poder letal a la mirada de la divinidad, como a la Gorgona y Artemio, pues ambas derivan de la “señora de los animales”. De ahí que la “señora del juego” de la llanura padana tuviese la cabeza inclinada. El aspecto de la “Señora del bon zogo” era de una gran mujer fea que tenía una gran cabeza. Una mujer fea, negra, con un ropaje negro y un pañuelo negro estrechamente anudado en torno a la cabeza. Las dos ancianas del valle de Fassa habían dicho que Richella escondía la cara: no habían podido verla de perfil “a causa de ciertas protuberancias de un ornamento semicircular aplicado a las orejas”.


Entre la Dama d’Elx y las visiones extáticas de un grupo de mujeres de los valles del Tentino no existen conexiones históricas directas. Originariamente sería una figura entera, sentada como la Dama de Baza o en pié como la mujer del Cerro de los Santos. Datan de mediados del siglo V y principios del IV a.C. Su procedencia puede ser ibérica o jónica (de Rodas). A la Dama de Baza se la relaciona con estatuillas sicilianas que representan a una diosa sentada, a veces con un niño en el regazo. La Dama de’Elx tiene una cavidad en la parte posterior, probablemente empleada para guardar cenizas, lo que indica una finalidad funeraria. Su identidad puede responder a una diosa, sacerdotisa u oferente. Su ornamento, dos enormes ruedas, aparece en las figuras del santuario del Castellar; un objeto similar de plata ha sido encontrado en Extremadura. Las ruedas de mayores o menores dimensiones servían para contener trenzas naturales o artificiales. Peinados así se ven en la estatuaria griega, desde Sicilia hasta Beocia. ¿Cuál es el nexo histórico que explica la coincidencia del tocado de la Dama d’Elx y la diosa nocturna del valle de Fiemme?


Carlo Ginzburg lo explica por la existencia de una auténtica continuidad extática. Hombres y, sobre todo, mujeres revivían, en sus reliquias nocturnas, mitos unidos a ellos desde espacios y tiempos remotísimos.

d) La divinidad del bosque. La resurrección de animales

Sobre lo que dijo Pierina a finales del siglo XIV de que Oriente devolvía la vida a los bueyes, tenemos una versión celta cristianizada que narra el mismo milagro hecho por San Germán de Auxerre en Britania, durante la conversión de los celtas (Según la “Historia Brittonum” de Nennio –circa 826-, recogida por la “Leyenda áurea” de Jacopo de Varazzo a finales del siglo XIII). Snorri Sturlusson en “Edda” (primera mitad del siglo XIII) nos trae una versión germana precristiana, cuando atribuye al dios germánico Thor la facultad de resucitar cabras, golpeándolas con su martillo. En los Alpes es una diosa nocturna, a veces llamada Pharaildis, la santa patrona de Gante, quien resucita ocas recogiendo sus huesos, o presidía procesiones de difuntos.

Estas versiones proceden de una tradición más antigua. Los mitos y ritos basados en la recogida de los huesos de los animales muertos para hacerlos revivir. En el Cáucaso, entre los abjasos, es una divinidad masculina de la caza y del bosque quien devuelve la vida a los animales muertos, entre ellos bueyes. En África continental también están documentadas estas creencias. Los ainu, cazadores entre Laponia y las islas septentrionales del archipiélago japonés, reúnen los huesos de los animales grandes, como osos, alces y ciervos, en montones. En ocasiones las pieles son rellenadas de paja o virutas. A mediados del siglo XVIII los chamanes lapones contaron a los misioneros daneses que recogían y ordenaban con cuidado los huesos, para que el dios Horogalles, armado de un martillo, los devolviera a la vida, pero más gruesos que en el pasado. Los jucaghiri de Siberia recogen los huesos y los depositan en una plataforma. Cogen el cráneo y lo rellenan de virutas, diciendo “ahora te introducimos el cerebro”; en lugar de lengua ponen un trozo de madera.

Parece inevitable reconocer en Horogalles, Thor, San German de Auxerre y Oriente otras tantas variantes de un mito que hunde sus raíces en un remoto pasado euroasiático: una divinidad, a veces masculina, pero con mayor frecuencia femenina, generadora y resucitadora de animales. En una cultura de cazadores ha nacido la creencia en la resurrección de los animales.

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Recapitulemos: la Diana recordada por canonistas e inquisidores; las diosas paganas Habonde, Oriente o Richella; las matronas y las hadas; las “diosas madres” y la diosa osuna; la “señora de los animales” o la divinidad euroasiática de la caza y del bosque…¿Se puede probar la existencia de un nexo histórico entre estas figuras?.

Existe un nexo etimológico entre el nombre Ártemis (del dórico Artamis) y “artamos”, que significa “carnicero”, o más exactamente “el que rompe las articulaciones”. En el ámbito euroasiático existía una prohibición de romper los huesos de la víctima sacrificial. La misma prohibición estaba asociada al culto de Despoina (“la Señora”) en la arcadia: el ritual de los sacrificios en su honor la víctima no era degollada, sino que le cortaban los miembros sin romperle las articulaciones. La presencia de elementos que remiten a los mitos y ritos de los cazadores siberianos está presente en los mitos de la diosa nocturna.

También el éxtasis de las seguidoras de la diosa nocturna nos remiten a los de los chamanes de Siberia o Laponia. Encontramos el vuelo del alma hacia el mundo de los muertos, en forma de animal, a lomos de animales o de otros vehículos mágicos. El “gandus”, el bastón de los chamanes lapones, se ha relacionado, por una parte, con el bastón en forma de caballo usado por los chamanes buriatos y, por otra, con el mango de la escoba sobre el cual afirmaban los brujas dirigirse al aquelarre. El núcleo folclórico del aquelarre –vuelo mágico y metamorfosis. Parece proceder de un remoto sustrato euroasiático.

Esta conexión ya había sido entrevista por uno de los más feroces seguidores de brujas: Pierre de Lancre. Al reflexionar sobre los procesos por él mismo celebrados en Labourd (Pais Vasco-francés), vinculó a las seguidoras de Diana mencionadas en el “Canon Episcopi” con los licántropos y con los “magos de Laponia” (los chamanes) descritos por Olaf el Magno (Olaus Magnus). De Lancre buscaba una característica común: la capacidad de caer en un éxtasis diabólico, interpretado erróneamente por algunos como una separación del alma y el cuerpo. Para De Lancre el éxtasis era el elemento que unificaba los diversos cultos idolatras inspirados por el Diablo. La reflexión de De Lancre pasó totalmente desapercibido.

Los hechiceros lapones son asociados a licántropos por C. Pencer en un capítulo dedicado al éxtasis de “Comentarius de praecipuis generibus divinationum”, Frankfurt 1607. De Lancre estaba convencido de que los licántropos eran capaces de abandonar su aspecto humano para asumir forma de animal…sin embargo, admitían la posibilidad de que la metamorfosis y los vuelos sólo tuvieran lugar en sueños. Para Della Porta “Magiae naturales sine de miraculis rerum naturalium libri III”, Nápoles 1558,el éxtasis era un fenómeno natural provocado por los ingredientes de los ungüentos brujescos.

En el siglo XVII se pretendió estudiar la Brujería con un método científico y las creencias diabólicas fueron consideradas como una curiosidad de anticuario, como se ve en el libro publicado en 1668 por J. Praetorius “La cuestión del Blockes-Berg…”. En este libro se inspiró Goethe para la escena de “Fausto”. En 1688 el pastor luterano P.C. Hilscher discutía en las aulas de la universidad de Leipzig las creencias de brujería, que junto a las procesiones de las ánimas, aseguraba que eran entidades ficticias imaginadas por los escolásticos. Finalmente, Jakob Grimm trazó en su “Deutsche Mythologie” (1835) el inventario de una tradición mítica. Los temas del viaje al más allá, el éxtasis…fueron considerados como meras fábulas fantásticas, relatos folclóricos. Sin embargo, Grimm vio como el elemento unificador de estas fantasías al éxtasis producido por la catalepsia. Los investigadores, en general, observaron que en los textos literarios de origen germánico habían temas de origen chamánico. El dios germánico Odín, cuyo nombre procede de un vocablo, ódr, que viene a significar furia, éxtasis, sabiduría mágica e inspirada, presenta evidentes rasgos chamánicos de carácter muy intensos. Entre sus poderes se halla el cambiar de forma y viajar por todos los mundos. En el mito odínico, se mezclan la guerra, la caza y el poder chamánico, sobre todo en la figura de la "Cacería salvaje", una tremenda y estruendosa partida de caza contra las fuerzas del mal encabezada por Odín, montado sobre Sleipnir, su caballo de ocho patas, y seguido por las doncellas guerreras, las valkyrjur; los muertos caídos en combate, los einherjar; y una multitud de lobos y seres sobrenaturales.

El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)
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http://club.telepolis.com/meugenia1/viaje_extatico.htm

El viaje extático

Extracto del libro de Carlo Ginzburg "Historia nocturna". Ediciones Península. Barcelona 2003

Esta pervivencia de la religión antigua se manifiesta de dos formas diferentes:

a). El cortejo de mujeres extáticas, guiadas por figuras femeninas, se aparece a mujeres en éxtasis en fechas definidas.

B). Batallas por la fertilidad. En la literatura desde el siglo X al XVIII se habla de las apariciones del “ejército furioso”, de “la caza salvaje”…En ellos se reconoce a la compañía de los difuntos, o más exactamente, a la compañía de los muertos antes de tiempo: soldados muertos en combate, niños sin bautizar… Esta compañía se aparece exclusivamente a hombres (cazadores, peregrinos, viajeros) entre la Navidad y la Epifanía.

Carlo Ginzburg afirma que tras las mujeres (y los pocos hombres) ligados a las “buenas diosas nocturnas” se entrevé un culto de carácter extático. Los benandanti caían en un éxtasis durante las cuatro témporas; igual les sucedía a las mujeres del valle de Fassa; las brujas escocesas afirmaban que su espíritu, invisible o en forma de animal (corneja), abandonaba su cuerpo y viajaba; las seguidoras de la dama Habonde (Roman de la Rosa) caían en estado cataléptico y emprendían un viaje en espíritu, atravesando puertas y paredes. Así pues, tenemos que para acceder al mundo de las benéficas figuras femeninas que dan prosperidad, riqueza y saber se accede a través de una muerte provisional. Su mundo es el mundo de los difuntos. Las “buenas mujeres” están muertas, de ahí la costumbre de dejar en determinados días agua para los difuntos, en las puertas de las casas, con el fin de que sacien su sed y que repartan bendiciones a las casas. A los difuntos les gustan los banquetes y las casas limpias. En los brujos y brujas del Valais, los benandandanti del Friul, la compañía de las ánimas del Ariège…en todos observamos el viaje extático de los vivos hacia el mundo de los difuntos. Aquí está el núcleo folclórico del estereotipo del aquelarre.

El historiador Procopio de Cesarea en la “Guerra gótica” (552-553 d.C.) cuenta que en Bretaña hay unos pueblos pescadores que trasladan las almas de los difuntos hasta Britania. También se trata de una experiencia extática: por la noche una voz ahogada los convoca al trabajo, se traslada a la orilla del mar donde hay unas barcas especiales para el trabajo, aparentemente vacías, pero cuando salen mar adentro, las barcas se hunden como si estuviesen cargadas. No ven a nadie, a excepción de una voz que comunica a los barqueros la posición social de los pasajeros. A finales del siglo XVI vemos las tareas que desarrollan los “Benandanti” de Friul, tareas realizadas en espíritu, es decir, bajo el estado de éxtasis. Mil años separan ambos testimonios, lo que se toma como prueba de la presencia de un sustrato céltico que alimentó las tradiciones y la religión popular de los difuntos.

Las apariciones de difuntos masculinos reciben el nombre de “caza”, “ejército”, “séquito”… La de las mujeres el de “sociedad”, “juego” o “juego de la buena sociedad”. Las apariciones y el éxtasis son modalidades distintas de comunicación entre los vivos y el mundo de los difuntos. Estas creencias surgen de un fondo de creencias comunes muy extendido. Pero el culto extático de las divinidades femeninas nocturnas, practicado en su inmensa mayoría por mujeres, está circunscrito a un espacio geográfico más reducido: Renania, Francia continental, arco alpino, la llanura padana y Escocia. A esta lista se añade Rumanía con rituales semiextáticos de adoración a Doamna Zînelor y Irodiada o Arada (respectivamente Diana y Herodíades).

Se trata de áreas sólo en apariencia heterogéneas, cuyo punto en común es que han sido habitadas desde el siglo V a.C. por los celtas. En el mundo germánico, inmune a las infiltraciones celtas, el culto extático de la diosa nocturna parece ausente.


A. El cortejo de las mujeres extáticas

El año 906 Reginone Di Prüm da instrucciones (derivadas de un capitular franco anterior) a los religiosos de la zona de Prüm (Pruem, Eifel, Alemania) para que eviten una serie de creencias y prácticas supersticiosas, pues había mujeres que sostenían que cabalgaban sobre una bestia por la noche, junto a la diosa Diana, que las llamaba a determinadas horas de la noche para que la sirvieran.

En 1006 Buscardo, obispo de ered, copió este canon, que atribuyó por error al Concilio de Aucira (314), el cual se conoce actualmente como Canon Episcopi. En el se ordenaba a los obispos la expulsión de sus parroquias de brujas y encantadores. Vemos que narra que en determinadas noches salen una turba de demonios transformados en mujeres, a este cortejo el vulgo llama Holda. Otros, afirmaba el canon, dicen que las mujeres salían a través de la puerta cerrada y se reunían con otras mujeres que mataban a hombres, cocinándolos y devorándolos, rellenando después su piel de paja o aserrín para darles la apariencia de vida.

Sin embargo, para Reginione y Buscardo, todo esto no eran más que meras fantasías diabólicas. Por eso, los castigos que imponían a las mujeres consistían en cortas penitencias. El mayor castigo suponía la expulsión de la parroquia. Pero a comienzos del siglo XV los teólogos, jueces e inquisidores creían que el aquelarre era un acontecimiento real y se castigaba con la hoguera.

a). El nombre de la diosa: Diana, Habonde, Oriente y Richella

No tenemos nada claro el nombre de la diosa que encabezaba la banda de mujeres “malvadas”. Sabemos que en 1280 en Conserans (Ariège), a la diosa que encabezaba el cortejo de mujeres la llamaban Bensozia, probable corrupción de “Bona Socia”. Los eclesiásticos la llamaban Diana. Pero en 1310, en el Concilio de Tréveris, se prefirió llamarla eredia. También se le llamó Perchta, Holda y otros nombres procedentes de la cultura folclórica. Giovanni de Matociis en su “Historiae Imperiales” (1313) afirmaba que en el norte de Italia estaba muy extendida entre los laicos la creencia en una sociedad nocturna dirigida por una reina, a la que llamaban Diana o Herodíades.

B). La “mujer del bon zogo”

En 1390 el inquisidor milanés fray Beltramino de Cernescullo habla de dos mujeres del valle de Fiemme (Ferrara), Sibilla y Pierenia, que habían confesado jugar al fuego de Diana llamado Herodíades. Pero en realidad, las mujeres habían dicho jugar al juego de “Madona Horiente”, que eran seguidoras de la “mujer del bon zogo”. Seis años antes habían sido juzgadas por otro inquisidor (fray Ruggero da Casale) que les impuso penitencias como castigo, pues creía que todo era pura imaginación, pero ahora, fray Beltramino las condenó a muerte. Las acusadas confesaron que todas las noches del jueves, se reunían con la sociedad de Oriente, a la que saludaban inclinando la cabeza y Ortiente les respondía “Bene veniatis, filiemee” o “Bene stetis, bona gens”. Les gustaba entrar en las casas de los ricos: allí comían y bebían y se regocijaban. Oriente les enseñaba las virtudes de las hierbas, remedios para las enfermedades, deshacer maleficios… Asistían todos los animales a las reuniones, menos el asno –portador de la cruz- y el zorro. Oriente podía devolver a la vida a los animales muertos: se comían bueyes y ponían los huesos dentro de la piel, entonces Oriente golpeaba el animal con el pomo de su varilla y al instante resucitaban los bueyes, pero no eran aptos para el trabajo (ver Canon Episcopi).

Fray Belltramino creía que las acusadas habían estado en realidad en la reunión, mientras que fray Ruggero pensaba que eran pura fantasía. Encontramos aquí ya las dos visiones distintas que tendrán a lo largo de la historia los inquisidores sobre el asunto de la brujería. Durante mucho tiempo se impusieron los fanáticos que fabricaron el estereotipo del aquelarre y, mediante tortura, consiguieron arrancar confesiones de pactos de sangre con el diablo. La distancia más grande entre acusados y jueces se da en el proceso celebrado en Bressanone en 1457, del que nos llega noticia a través de Nicolás de Cusa, el cual afirma que le han presentado tres ancianas del valle de Fassa, las cuales han confesado pertenecer a la “Sociedad de Diana”, lo cual ya es interpretación de Nicolás de Cusa, puesto que las ancianas habían hablado de una “buena señora (bona domina)”. Nicolás de Cusa, sin hacer caso de lo que dicen las mujeres y, para demostrar su gran erudición, filtra el discurso de las mujeres y habla de la Diana griega, de la diosa Fortuna; siguiendo el “Formicarius” de Nider, afirma que las mujeres siguen a un “pequeño maestro” (magisteruelo) que es Satanás. “Aquella Diana que dicen que es la Fortuna” la llamaban las ancianas Richella. Para Nicolás de Cusa los bailes de hombres cubiertos de pieles, los ritos… todo eran necedades, locuras y fantasías inspiradas por el demonio, por lo que decidió castigar suavemente a las mujeres, demostrando gran misericordia cristiana, pero sin comprender la oscura religión de las mujeres.

c). Las buenas damas

El fósil guía que nos permite identificar este estrato lo constituyen las referencias a misteriosas figuras femeninas, veneradas, sobre todo por las mujeres. El “Roman de la Rosa” habla de las “bonnes dames” que seguían a la dama Habonde; existe una Bensozia (“Bona Socia”) en el Ariège, donde afirmaban que las “bonnes dames” habían sido en la tierra mujeres ricas y poderosas, que vagaban por montes y valles en carros arrastradas por demonios. Las ancianas del valle de Fassa se referían a Richella llamándola “buena señora”. En el valle de Fiemme la diosa nocturna era llamada “la mujer del bon zogo”. “Buena gente” o “buenos vecinos” eran en Escocia e Irlanda las hadas. Lo mismo puede decirse de los benandanti de Friul que rinden homenaje a una “abadesa”. Este adjetivo de “Buena” nos lleva a la mente los epítetos de “Bona Dea” referidos a Hécate, diosa fúnebre liga a Artemisa, y el de “Plácida” aplicado a una diosa desconocida adorada en Novae (Mesia inferior) en el siglo III d.C, a la que se referían como la “Dea Placida”, y que algunos identifican con Hécate.


B. Combatir en éxtasis

Si hasta aquí habíamos estudiado la versión femenina del culto extático, ahora veremos la versión masculina: las batallas nocturnas entre licántropos y brujas; los benandanti contra las brujas y brujos; kresnik contra vampiros; táltos húngaros, los cuales nos conducen fuera del ámbito indoeuropeo; burkudzäutä osetas y finalmente brujos circasianos contra abjasos. Por analogía, Carlo Ginzburg integra en este culto a los brujos rumanos (strigoi), a los mazzeri de Córcega y a los kallikantzaroi de Quíos. Todos estos seres han sido comparados en varios estudios con los chamanes euroasiáticos, así lo hacen Mircea Eliade y Carlo Ginzburg con los benandanti masculinos; G. Róheim y V. Diószegi con los táltos; Klaniczay en su “Shamanistics elements” con los kresnik; G.H. Scubert con los licántropos; E. Benveniste con los burkudzäutä y Ravis-Giordani con los mazzeri (Ver página 356 de Carlo Ginzburg. Historia nocturna. Las raíces antropológicas del relato. Ediciones Península. Barcelona 2003).

Hemos visto que el culto de las seguidoras de la divinidad nocturna procedía, en principio, del ámbito céltico-mediterráneo, que ampliamos al ámbito euroasiático por el tema de la resurrección de los animales a partir de los huesos. El tema de la procesión de los difuntos y su variante del aquelarre, así como la resurrección de los animales, circunscrito al mundo euroasiático, de carácter femenino, es distinto del de las batallas nocturnas, practicado por hombres, y en una región distinta. Sólo en el Friul se superponen las dos versiones del culto extático, asunto que explica Carlo Ginzbur por la presencia de un componente eslavo en la etnia y en la cultura friulanas.

Como veremos a continuación, existen una serie de características comunes en estas prácticas que vamos a resumir en una caída periódica en éxtasis, durante la cual combaten por la fertilidad de los campos; los integrantes de estos grupos están predestinados al éxtasis por una señal física, los hombres son mayoría, y durante la catalepsia afirman que les sale el ánima por la boca en forma de animales pequeños; después des transforman en animales grandes y realizan el viaje a horcajadas de animales, utensilios agrícola y útiles del hogar.

Los protagonistas de estos cultos extáticos se presentaban ellos mismos como figuras benéficas para la sociedad. Pero a los ojos de la comunidad en que vivían este poder era ambiguo. Muchos creían que podían traer el mal, con lo que se granjeaban el resentimiento y la hostilidad, por ejemplo los benandanti, cuando pretendían identificar a las brujas del vecindario. Algunos chantajeaban a los campesinos amenazándolos con traer tormentas sino les facilitaban alimentos o dinero a cambio.

1. El hombre lobo

En 1692 en Jürgensburg (Livonia) un anciano de ochenta años llamado Thiess, a quien sus paisanos consideraban un idolatra, confesó que era un licántropo. Confesó que tres veces al año (Santa Lucia, San Juan y Pentecostés) por la noche, los licántropos de Livonia iban al infierno “al final del mar” (más tarde se corrigió y dijo “bajo tierra”) para luchar contra los demonios y los brujos. También las mujeres combatían al lado de los licántropos, provistas de látigos de hierro, contra los brujos armados de mangos de escoba convertidas en colas de caballo. El objetivo de la batalla era la fertilidad de los campos: las brujas robaban los granos germinados, y si no se arriesgaban a quitárselos, vendría la carestía. Según el anciano, cuando los hombres-lobo mueren van al cielo, y si no fuera por su intervención, las brujas asolarían la tierra, ganados y cosechas, explicó Thiess, quien afirmaba que tanto los licántropos livonios, como los alemanes y rusos odiaban al diablo y se consideraban los "perros de Dios". Los jueces intentaron inútilmente inducir al viejo a aceptar que había hecho un pacto con el demonio. Thiess siguió repitiendo que los peores enemigos del diablo y de los brujos eran los licántropos.

Esta confesión también echaba por tierra la teoría defendida por Höfler en “Kultische Geheimbünde” de la existencia de un “ejercito de muertos” (Totenheer), sustancialmente germánico, que probaba la existencia de rituales practicados por grupos de jóvenes disfrazados, objeto de furor extático, convencidos de personificar a ese ejército. Más bien, se trataba de unas batallas por la fertilidad, en la que también combatían las mujeres.


Licántropos contra brujas

Ya en el siglo V a.C. Herodoto habló de hombres capaces de transformarse periódicamente en lobos –los neuri-. Se piensa que los neuri son una población protobáltica, que habitó en la antigua Livonia. También se han hallado testimonios en África y Asia. Tambien eran lobos familias enteras de la Acadia, como los anthi, según cuenta Plinio. Su transformación duraba nueve años. Geraldo Cambrense cuenta que los habitantes de Ossory, una región de Irlanda, también se transformaban temporalmente en lobos.

Se ha supuesto que estos mitos manifiestan un arquetipo agresivo profundamente enraizado en la psique humana, transmitida por vía hereditaria, como sugirió R.Eister en “Man into Wolf”, publicado en Londres en 1951. Pero esta hipótesis está indemostrada. La metamorfosis animal tiene sus raíces en las experiencias chamánicas: la identificación a través de una experiencia extática del chaman con el lobo ha dado lugar a la vinculación de un clan o tribu con este animal. Durante las ceremonias y danzas rituales, los bailarines llevan máscaras y vestidos de lobo y sus movimientos imitan los del animal mítico y las acciones heroicas que dieron lugar al nacimiento del clan. Desde su punto de vista, los miembros de estos clanes son auténticos hombres y mujeres lobo. Como también lo son, desde el suyo, los integrantes de las sociedades secretas de guerreros lobo como los berserkir del mundo antiguo islandés, guerreros terribles, que saltaban al combate semidesnudos, cubiertos de pieles (la palabra berserk significa "camisa de oso") en estado de trance, aullando como bestias, los berserker se lanzaban al combate con la boca espumeante y mordiendo salvajemente sus escudos. Su sola presencia aterrorizaba a sus rivales. Existían diferentes categorías entre ellos: algunos eran guerreros oso; otros, no menos terribles, eran conocidos como ulfhednar ("pellejos de lobo"), es decir, guerreros lobo. Veremos como en ellos reconocemos las apariciones del “ejército furioso”, de “la caza salvaje”…es decir, a la compañía de los difuntos, y a los integrantes de una sociedad que batalla en pos de la fertilidad. La imagen del licántropo como protector de la fertilidad contradice el presunto núcleo agresivo del mito.

En los textos medievales se presenta a los licántropos como víctimas inocentes del destino, y muchas veces como personajes benéficos. Sólo a mediados del siglo XV se les supone un estereotipo feroz: el del licántropo devorador de rebaños y niños. Alrededor del mismo periodo cristalizó la imagen hostil de la bruja. El “Formicarius” de Nieder habla de brujos que se transforman en lobos; en los procesos de Valais (principios del siglo XV) los acusados confesaron haber adoptado la forma de lobo para atacar los rebaños…La tortura y las malas ideas de los torturadores crearon el mito agresivo. Fue en los siglos XVI y XVII cuando la figura del hombre-lobo asociado al mal acaba eclipsando la figura del chamán que se transforma voluntariamente en lobo para combatir deliberadamente a las fuerzas oscuras de la naturaleza. Se dibujan así, definitivamente, las figuras del waerul danés, el volkulaku eslavo, el warulf sueco, el lupo manaro italiano, el bisclavaret bretón, el währ-wölffe germano, el lukokantzari griego y el gerulf o loup-garou francés, tal y como los conocemos en la actualidad.

Restos de antiguas tradiciones se dan también en el caso de los franceses meneurs de loups, los encantadores de lobos, en la que perviven tradiciones celtas. Estos seres, voluntariamente aislados de las sociedad como ermitaños o flautistas itinerantes, iban siempre acompañados de lobos, sus únicos amigos, que les seguían hechizados por la melancólica música de sus flautas.

La misma fascinación parecían sentir los lobos hacia Ana María García, nacida en 1623 en el pueblo asturiano de Posada de Llanes, a quien llamaban "la Lobera", porque iba de un lado para otro y "andaban los lobos con ella". La Lobera afirmaba que el poder sobre los lobos le había sido transmitido por otra bruja asturiana, Catalina González, lo cual podría indicar la pervivencia, en el norte de España, de una cadena iniciática de encantadores de lobos. Desconozco el origen de esta cita, pero la he encontrado en perso.wanadoo.es/avgar/terror3.htm. «Su antiguo oficio era el de encantador de lobos. Podía hacer descender los lobos a los pueblos o alejarlos. Se contaba que cuando era joven vagaba por los pueblos de estas montañas seguido por manadas de lobos feroces» (Carlo Levi en “Cristo se paró en Eboli”).


Comparación entre licántropos y benandanti

a). Los benandanti son sobre todo mujeres que actuaron en el Friul entre los siglos XVI y XVII y afirmaban asistir periódicamente a las procesiones de los muertos. Pero también eran benandanti un grupo de hombres que declaraban combatir periódicamente, armados con haces de hinojo, por la fertilidad de los campos contra brujos y brujas armadas de cañas de sorgo.

Los benandanti estaban predestinados por su nacimiento, es decir, se convertirían en tales los niños nacidos con el amnios durante las cuatro témporas. Se sabía que antes de efectuar sus proezas los benandanti caían en un estado de letargo o catalepsia. Su espíritu abandona el cuerpo en forma de rata o mariposa, a veces montado en la grupa de una liebre, un gato u otro animal, para dirigirse en éxtasis hacia la procesión de los muertos o hacia las batallas contra brujos y brujas, también conocidos como malandanti, que eran enemigos de la fertilidad.

B). En todos los países eslavos se creía que una persona estaba destinada a ser licántropo si nacía con el amnios. Carlo Ginzburg cita a Herman Witekind, quien escribió en 1585 el tratado “Cristlich Bedencken” en el que narra la entrevista del autor con un licántropo encarcelado. Le pareció un ser arrogante e insolente, lo cual nos recuerda la seguridad, mezclada con sarcasmo, con la que los benandanti plantaban cara a los inquisidores. Continúa narrando que el hombre se comportaba como un loco, reía, saltaba. Pero cuando razonaba, se jactaba de mantener alejadas a las brujas y de combatirlas cuando se transformaban en mariposas. Afirmaba que tomaban la forma de lobo sólo durante los doce días de Navidad a Epifanía, inducidos a ello por la aparición de un niño cojo. Eran conducidos a millares por un hombre alto, armado con un látigo de hierro, hacia las riberas de un gran río, el cual podían cruzar porque el hombre había separado las aguas con su látigo.

La transformación en lobo venía precedida por un gesto de tipo ritual. Plinio dice que el licántropo se desnudaba y colgaba sus ropas de las ramas de una encina; Petronio dice que ponían las ropas en el suelo, orinando a su alrededor. Después atravesaban una laguna o un río. En esta travesía se ha visto un rito de paso y, más exactamente, una ceremonia iniciática: el paso del mundo de los vivos al de los muertos.

En el mundo griego, etrusco, romano…el lobo estaba asociado al mundo de los muertos, como se ve en una escultura de Hades, encontrada en una tumba etrusca de Orvieto, en la que aparece el dios tocado con un sombrero de cabeza de lobo. Pero la conexión rebasa a la del mundo mediterráneo, y así vemos que en los países germánicos, bálticos y eslavos el periodo preferido por los licántropos son las doce noches de Navidad a Epifanía, es decir, cuando las animas de los muertos andan vagando por los caminos. En el antiguo derecho germánico a los expulsados de la comunidad, considerados simbólicamente muertos, se les llamaba warg o wargus (lobos).

Olaza Magno en su “Historia de gentibus septentrionalibus” (1555) creía que la transformación de hombre a lobo era real. Afirmaba que los licántropos de Prusia, Livonia y Lituania realizan ataques sangrientos contra hombres y ganados durante la noche de Navidad: “entran en los depósitos de cerveza, vacían las botas de vino o de hidromiel y, a continuación, colocan en medio de la bodega, uno encima del otro, los recipientes vacíos”. Recordemos que los montañeses del Valais, en 1428, se reunían nocturnamente, y cuando regresaban se encerraban en la bodega para beber el mejor vino y después cabalgaban sobre los barriles, que los benandanti se reunían con otros para celebrar bodas, danzas, comer y beber. Cuando regresan a casa, los benandanti impiden que los maliandanti vayan a las bodegas, beban y después orinen en las barricas. La entrada en las bodegas refleja los ecos de un mito, el de la sed inextinguible de los muertos.

Un siglo más tarde, en las disertaciones sobre los licántropos discutidas en las universidades de Leipzig y de Wittemberg, se afirmaba que las metamorfosis eran precedidas por un sueño profundo o éxtasis, y que debía ser considerada una transformación imaginaria. Algunos estudiosos modernos (O Höfler y W.E. Peuckert) afirman que los presuntos licántropos serían en realidad jóvenes adeptos de asociaciones sectarias, formadas por individuos enmascarados de lobo, que se identifican en sus rituales con el “ejército de los muertos”.

2. Los vampiros y los kresnik

Han dejado muy poca huella en la literatura canónica y demonológica. Los inquisidores sólo se encontraron cara a cara con estas creencias en el Friul, considerándola una variante local incomprensible del aquelarre. El esquema es el siguiente: batallas periódicas libradas en éxtasis, por la fertilidad y libradas contra brujos y brujas. Su origen se encuentra en la creencia eslava de la existencia de unos personajes protectores de las cosechas.

En el siglo XVII monseñor G.F. Tommasini dice que en Istria la gente cree en la existencia de unos hombres (no mujeres) que van por las noches en espíritu, que suelen congregarse juntos en los cruces de caminos en el tiempo de las cuatro témporas, y allí combaten unos con otros por la abundancia o carestía de cada una de las especies. Estos hombres vienen predestinados por su nacimiento. Los que lo hacen bajo ciertas constelaciones se les llama “vucodlachi” (vampiros) y los que nacen con el amnio se les llama “chresnichi”. Este último se llama kresnik en Istgria y Eslovenia, krsnik en Croacia, mogut en Croacia septentrional, negromanat en Dalmacia y zduhac en Bosnia, Herzegovina y Montenegro. Se trata de hombres señalados por una particularidad en su nacimiento: nacido con camisa los kresnik y zduhac, con cola los negromat, hijos de una mujer muerta en el parto los mogut…Todos están destinados a combatir contra los brujos, para deshacer los maleficios y proteger las cosechas. Estos combates son encuentros salvajes entre animales, que son los espíritus de los contendientes. También los brujos (strigoi) nacen con la camisa, pero aquello que los envuelve es negro o rojo, mientras que el de los kresnik es blanco. En general, los enemigos de los kresnik son los brujos, pero tambien los extranjeros, los muertos descontentos celosos de los vivos o vampiros (vukodlak), que en el Friul son llamados malandanti, es decir, las ánimas de los muertos que no tienen reposo. Vampiros son las ánimas de los difuntos sin reposo, que andan sedientas cuando rondan a los vivos.

3. Los táltos del folclore húngaro

Con este nombre de origen turco se designa a los hombres y mujeres procesados por brujería desde finales del siglo XVI en Hungría.

Los táltos afirmaban estar elegidos por Dios mismo en el vientre de su madre para volar por las noches y combatir contra brujos y brujas. Son casi siempre hombres, elegidos por una particularidad física de su nacimiento. Los táltos combaten transformados en animales. Antes de convertirse en animal les invade una especie de calor y balbucean palabras inconexas, tras lo cual entran en contacto con el mundo de los espíritus. Los táltos vencedores aseguran a su propio grupo cosechas abundantes. Cuando hay sequía los campesinos llevan dinero y comida a los táltos para que hagan llover. Los táltos suelen amenazar a los campesinos con desencadenar tempestades y les quitan la leche y el queso, a cambio de la paz.. Pero la suya es una profesión que no han escogido. Los táltos húngaros nos llevan fuera del ámbito lingüístico indoeuropeo.

4. Los osetas del Cáucaso: los burkudzäutä

Con los osetas entramos de nuevo en el ámbito indoeuropeo. Se les considera los descendientes de los exitas de la Antigüedad, de los alanos y solanos de la Edad Media. A principios del siglo XIX se reunían en cuevas y se embriagaban con el humo del rhododendrom caucasico, que los hacía caer dormidos y sus sueños se consideraban presagios. En la noche de San silvestre los viejos y viejas caían en una especie de éxtasis y se quedaban en el suelo inmóviles. Al despertase decían que habian viajado hasta un gran pantano, donde habían visto las ánimas de los muertos. Si veían ánimas que recogían los granos y los llevaban al pueblo, lo consideraban un auspicio de cosechas abundantes.

Los folcloristas rusos del siglo XIX comprobaron como individuos osetas caían bajo los efectos de un sueño profundo y su espíritu abandonaba el cuerpo, trasladándose al país de los muertos, un gran prado que llamaban burku. A los que tenían la capacidad de viajar en éxtasis se les llamaba burkudzäutä, y lo hacían en extrañas cabalgaduras que comprendían animales, utensilios agrícolas o útiles domésticos. Cuando llegaban al gran prado, las ánimas inexpertas recogían una rosa roja que producía tos o una gran manzana colorada que producía fiebre; en cambio, las ánimas expertas recogían las semillas de los cereales y de los frutales, lo cual constituía una promesa de abundante cosecha, por lo cual recibían el agradecimiento de sus paisanos. A los que les traían las desgracias les echaban las maldiciones de quienes sufrían de fiebre o de tos.

Al igual que las experiencias extáticas de los celtas han quedado reflejadas en ls epopeyas del ciclo artúrico, la de los burkudzäutä figuran en la epopeya oseta de los Narti, narrada por Georges Dumézil, en un libro publicado por Adelphi/UNESCO en 1969, Il libro degli eroi. Legende sui Narti [Nartsky epos], traducido al italiano por Bianca Canadian.


5. Brujos circasianos contra abjasos.

Otra de las manifestaciones de las batallas por la fertilidad es la que describe en 1666 el geógrafo y viajero turco Evliyâ Selebi (“Seyahâtnâme”. Estambul 1929), el cual afirma que el 28 de abril (la noche de los kara-kondjolos o vampiros) presenció una batalla entre brujos circasianos y brujos abjasos, la cual duró seis horas. Los abjasos volaban a horcajadas de árboles arrancados, cacharros de barro, ruedas de carro, palas de horno…(¿unos ovnis muy extraños?); por su parte, los circasianos lo hacían sobre barcas de pesca, caballos muertos, bueyes y camellos enormes. Llevaban en desorden, les rechinaban los dientes y emitían rayos por los ojos, por la nariz, por las orejas y por la boca. Agitaban serpiente, dragones y cabezas de oso, de caballo y de camello.

6. Los mazzeri de Córcega.

Los mazzeri son los que se encargaban de cazar las almas de los muertos para llevarlas al infierno. Un mazzeri es un anunciador de la muerte y, sobre todo, en las zonas rurales la gente cree que esas figuras aparecen y que cuando se te aparecen es que te vas a morir pronto. Es una leyenda muy arraigada en la cultura corsa.

En el Sartenais y en el Niolo viven personas llamadas mazzeri, pero tambien lancero, culpatori , culpamorti, accaciatori o tumbatori, los cuales vagan por los campos y, sobre todo, por las cercanías de los cursos de agua. Lanzados por una fuerza irresistible atacan a los animales, con armas los hombres, pero las mujeres los despedazan con los dientes (recuerdan a los cultos dionisiacos). Una vez muerto el animal, por un momento, cuando les vuelven el hocico, los mazzeri reconocen a un vecino o familiar, el cual morirá en breve plazo. En cada pueblo de Córcega vivía al menos un mazzeru que en sus actividades oníricas, la noche del 31 de julio al 1 de agosto, debía enfrentarse a los mazzeri de las localidades vecinas, los perdedores tendrán en el transcurso del año siguiente mayor número de muertes en su comunidad. Los mazzeri combaten entre sí con ramas de asfódelo (Asphodelus albus) y cazan a los que van a morir.


7. Los kallikantzaroi de la isla de Quíos

Este ritual del fuego era conocido en la isla de Quíos en el siglo XVIII, como lo testimonia el erudito Leone Allaci. Los niños nacidos entre la vigilia de Navidad y el último día del año estaban predestinados a convertirse en kallikantzaroi, seres casi animales, sometidos a furias periódicas, sobre todo la última semana de diciembre. Para evitar que un niño se convirtiera en kallikantzaroi se le metía en el fuego agarrándolo por los talones, de modo que se quemara la planta de los pies.

La figura del kallikantzaroi sigue viva en el folclore del Peloponeso y de las islas griegas. Son seres monstruosos, negros, peludos y con miembros en parte animalescos, como orejas de asno o patas de cabra. Casi siempre están provistos de un enorme órgano sexual. Aparecen durante las doce noches de Navidad a Epifanía, tras haber permanecido bajo tierra todo el año dedicados a cortar el árbol que sostienen el mundo. Vagan por los pueblos guiados por un jefe cojo, y se mean en los alimentos. Es famosa su capacidad para transformarse en cualquier animal. Su nombre puede derivar etimológicamente de kalos-kentauros (bellocentauro) o de kantharoi (escarabajo). Tambien se les ha identificado a las almas de los muertos, pues se les ofrece alimento durante los días que vagabundean entre los vivos. Sin embargo, los kallikantzaroi o están asociados al éxtasis, ni a las batallas por la fertilidad, al igual que los brujos circasianos, los strigoi rumanos y los mazzeri corsos.

En 1587 una comadrona de Monfalcone, Caterina Domenatta, habiendo parido una mujer un niño con los pies por delante, le dijo a su madre que para que no fuera brujo debería dejarlo delante del fuego y darle varias vueltas, con lo que se evitaría que acudiera el “strighezzo”, es decir, al aquelarre. Esto constituye una prueba precoz de la asimilación de las antiguas costumbres con la brujería.

El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer; ni el león al caballo cómo ha de atrapar su presa. (W. Blake)
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